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Actualizado: 2 de junio de 2025
Pelearon fuerte y animosamente con sus arcos, y dardos, género de lancilla, á modo de media lanza, con punta de pedernal aguzado, y tres puntas en forma de trisulco. Pero, no obstante su resistencia, los vencimos y entramos á su pueblo, aunque no podimos coger vivo ninguno, ni aun mugeres y niños, porque antes de llegar los habian llevado á otro lugar.
Este mundo no ve tan bien estas cosas... pero a mí no me importa nada de él, salgamos; agregó resueltamente, y tomando ella misma la hoja de la puerta, la abrió y juntos entramos en el balcón.
Entramos en el templo, y nos hallamos en un espacioso átrio ó vestíbulo, formado por una arcada de 25 á 30 metros de altura, sobre 14 ó 15 de latitud, en donde están las dos capillas del bautismo y del matrimonio. La primera tiene un grupo de mármol que representa el bautismo de Jesucristo; y la segunda, otro grupo que representa las bodas de la Vírgen con San José.
Más adelante le contaré. Entramos en el palacio, preguntamos por la duquesa, nos pasaron a una habitación obscura, y después de una hora de espera, que a mí me duró un siglo, apareció la duquesa, vestida con una bata colorada, a pesar del luto reciente, cosa que me escandalizó.
Entramos luego en consejo con el renegado, en qué orden se tendría para sacar a la mora y venirnos todos a tierra de cristianos, y, en fin, se acordó por entonces que esperásemos el aviso segundo de Zoraida, que así se llamaba la que ahora quiere llamarse María; porque bien vimos que ella, y no otra alguna era la que había de dar medio a todas aquellas dificultades.
Cuando entramos en mayor confianza, el profesor me manifestó secretamente que él también había escrito versos en su juventud, y que aún los escribía cuando le soplaba la musa, si bien nunca había osado publicarlos con su firma.
Aquí dejamos los navios con bastante guarda, y entramos por su provincia, caminando cuatro dias hasta que llegamos á su pueblo, que tocaba á 300 Cários valientes.
Cuando entramos en Valdepeñas, el espectáculo de la población era horroroso. Parece increíble que los hombres tengan en sus manos instrumentos capaces de destruir en pocas horas las obras de la paciencia, de la laboriosidad, del interés, fuerzas acumuladas por el brazo trabajador de los años y los siglos.
Y hechas estas advertencias, volvamos al asunto principal. Entramos en la iglesia. En el centro de ella, y colocado ya en las pintorescas andas, sobre una mesa, estaba San Juan con el corderito á los pies, y en la diestra la cruz con el Agnus Dei qui tollis peccata mundi, escrito sobre la flámula ceñida á ella.
Ninguna poblacion notable se encuentra en todo el trayecto: la campiña es deliciosa y alegre, está bien cultivada: las estaciones todas muy animadas, el servicio está bien atendido. A media legua de Turin hicimos alto: todos los viajeros y equipajes se trasladaron á los ómnibus que aguardaban, media hora despues entramos en Turin.
Palabra del Dia
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