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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Aquellos gorgoritos de pavo alborotado se los hacía perdonar siempre a fuerza de gracia, amabilidad y chiste. Era un Tenorio aniñado, un niño mozo, pueril hasta para enamorarse: se hacía mimar enseguida, y las mujeres, al quererle, ponían algo de las caricias de madre que todas ellas tienen dentro.
Concluyó, no obstante, por dar suelta a la lengua y referirles las mil iniquidades que la señora de Quiñones cometía con la niña recogida. Quedaron horrorizadas. Los Quiñones eran la gente más poderosa de la población; D. Pedro, jefe del partido gobernante, en la provincia; las autoridades, hechura suya o sometidas a su influencia. Todo se taparía enseguida y quedaría como antes.
A ver, mamá, déjame ver... dijo Carlitos con mucho afán. Su mamá le puso el estereoscopio delante. Son cocodrilos manifestó enseguida el niño con suficiencia. Pertenecen a la clase de los reptiles, orden de los saurios, familia de los crocodílidos. ¡Mucho, mucho, chico! manifestó el coronel con la misma sorna. Todos los animales se dividen en cinco tipos... ¿Nada mas?
Enseguida noto que en Emma este elemento de seducción era de los que producían más efecto; ella misma le confesó que había comenzado a fijarse en él, y a encontrarle ángel, como dicen los andaluces, la noche aquella famosa en que había cantado el Barbero... a la fuerza.... ¡Ah, sí exclamó él sonriendo ; cuando me cazó la Guardia civil!...
¿Qué pasa, hija mía? preguntó a su cónyuge con la suavidad del mundo, y dando diente con diente, inclinado sobre la cabecera del lecho matrimonial. Quiero que vayas tú mismo a buscar a D. Basilio, ahora, enseguida, antes que salga a la visita; quiero verle inmediatamente. Pero, ¿te sientes mal? ¡Tú, que estabas ahora tan buena!... Por lo mismo, yo me entiendo.
No habían transcurrido aun 20 minutos y ya se sintieron en la vanguardia los primeros tiros con que una avanzada enemiga, compuesta de 15 hombres, recibía á los 10, que al mando del Teniente Llaca, marchaban. ¡Fuego por escuadras! oyóse decir en aquel mismo instante, y una serie repetida de detonaciones se sintieron enseguida. Aquella fué la señal.
Enseguida preguntó a los más cercanos de los que le miraban a él silenciosos y llenos de curiosidad: ¿Habrá siquiera, siquiera, dos varas de nieve en la yanauca de ayá baju? Y más que más se le respondió.
Aquel día no ocurrió más sino que don Luis dio algunas instrucciones a Pepe y éste comenzó a poner en orden los volúmenes, marchándose enseguida con el tiempo preciso para almorzar antes de ir al Senado. Al salir de la casa, tranquila la imaginación, sólo se hacía una pregunta: «¿Qué gente será ésta?»
En lo humano no puede presumirse otra cosa, con la preparación que él ha hecho, después de una vida de caridad, que yo me sé de memoria... En fin, que de ésta se va, y que no hay que dormirse para disponerle todo lo que le falta en el trance en que se ve... Hay que viaticarle enseguida, y para ello me voy a la iglesia ahora mismo.
Nieves no mostró el menor deseo de conocer aquella razón, y así quedó el asunto. Un poquito más allá, preguntó a Leto: Y a las Escribanas, ¿las conoce usted? Con esta pregunta se quedó Leto bastante atarugado y algo encendido de mejillas: ¡le había dado tantas bromas el fiscal con la Escribana mayor! Pero se rehízo enseguida, y contestó a Nieves: Otras bachilleras por el estilo.
Palabra del Dia
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