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Prosiguió su obra civilizadora con creciente entusiasmo. Y determinó iniciarla en los misterios de la Geografía enseñándole cuántas son las partes del mundo y las capitales de los principales países, y con más interés aún en la Historia sagrada, haciéndole aprender de memoria las grandes vicisitudes por que pasó el pueblo de Dios antes de la venida de Nuestro Señor Jesucristo.

Sin embargo, no va del todo descaminado el capitán gascón, dijo tímidamente un arquero de torva mirada. ¡ has sido siempre un cobarde y un traidor, Marcos! rugió Simón enseñándole el puño. Haya paz, dijo el barón con voz tranquila. Los que prefieran servir al señor de Latour, libres son de seguirle. Los demás, conmigo á donde nos llaman el deber y el patriotismo.

El hermano sacó al médico de su ensimismamiento, enseñándole la parte superior del altar. En un relicario de oro estaba el corazón del santo. Era lo único que allí conservaban del fundador. El cuerpo, como sabía todo el mundo, estaba depositado en el Jesu de Roma. : lo conozco. Lo he visto dijo Aresti.

La tía Alcaparrona también bebió, y su hijo, que al fin había conseguido agregarse al cortejo del amo, pasaba y repasaba ante éste, enseñándole la dentadura caballar con la mejor de sus sonrisas. Dupont peroraba tremolando en alto la botella. Venía para invitar a su comilona a todas las muchachas de la gañanía, pero sólo a las guapas.

Alegre y vivaracha acompañaba a su huésped a través de los jardines, enseñándole sus colecciones de flores de todas clases, explicándole cómo había secado las tierras y canalizado las aguas del río que ahora serpenteaba entre orillas plantadas de iris y de cañaverales. El escuchaba encantado su graciosa charla y admiraba su espíritu a la vez práctico y lleno de imaginación.

Ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos como si fueran juguetes, imaginarse a los hombres como infusorios, ver pasar un águila o un milano, según los parajes, debajo de sus ojos, enseñándole el dorso dorado por el sol, mirar las nubes desde arriba, eran intensos placeres de su espíritu altanero, que De Pas se procuraba siempre que podía.

Gastaba una bata de color de almagre, y como su figura era casi esférica, no parecía persona que anda, sino un enorme queso de bola que iba rodando por las habitaciones y pasillos. No tardó en asociar al chico a sus operaciones, enseñándole a distribuir el alpiste a toda la familia. Con algunos sostenía doña Desdémona conversaciones maternales.

Llevan nueve meses en sus entrañas el fruto de sus amores, y amamantan á su hijuelo otros cinco ó seis, enseñándole á nadar, á pescar, á elegir los alimentos más suculentos; y tendríalo más tiempo á su lado si el marido no se volviera celoso: éste le expulsa, temeroso de que la harto débil madre no le en él un rival.

El perro indignado ante aquel recibimiento tan poco hospitalario, gruñó sordamente, enseñándole al mismo tiempo su robusta dentadura y su encendida boca. ¿Estará rabioso? se preguntó el hombre. Y dándose él mismo una respuesta afirmativa, le arrojó el palo con fuerza y entró en la casa gritando: ¡Un perro rabioso!... ¡Mi escopeta, mi escopeta!

Mientras la madre atesoraba, don Gabriel educaba al sobrino a su imagen y semejanza, llevándolo consigo a ferias, cazatas, francachelas rústicas, y acaso distracciones menos inocentes, y enseñándole, como decían allí, a cazar la perdiz blanca; y el chico adoraba en aquel tío jovial, vigoroso y resuelto, diestro en los ejercicios corporales, groseramente chistoso, como todos los de la Lage, en las sobremesas: especie de señor feudal acatado en el país, que enseñaba prácticamente al heredero de los Ulloas el desprecio de la humanidad y el abuso de la fuerza.