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Actualizado: 29 de mayo de 2025
El secreto encerrado dentro de esa sucia bolsita de gamuza, cualquiera que hubiese sido, le había producido más de un millón de libras esterlinas, y seguía siempre produciendo enormes sumas, hasta que la muerte había venido a poner fin repentinamente a su explotación. El misterio de todo aquello no tenía solución; el enigma era completo e indescifrable.
Pero de los dos desconocidos que se le presentaron, del muerto y del vivo ¿quién era el Ibarra? Esta pregunta que él se había dirigido varias veces siempre que se hablaba de la muerte de Ibarra, acudía de nuevo á su mente ante aquel hombre enigma que allí veía.
Hay un enigma de la mayor transcendencia, no resuelto aún, que trae sin sosiego a cuantos hombres piensan y discurren en el día. Años ha, siendo yo muy mozo y reinando Don Juan II interrumpió entonces Lorenzo Fréitas aportó a Lisboa un genovés muy presumido y soberbio que estaba al servicio de Castilla y se llamaba Cristóbal Colón.
Será necesario, para penetrar el formidable enigma, que los reyes despierten, de la pompa de sus fiestas y de la embriaguez de sus festines, al ruido de los tronos destrozados y al crujido del cristianismo que se derrumba.
No debe sorprendernos si el niño y el ignorante vense siempre embargados por un estupor admirativo y más temerosos que alegres ante esa esfinge. Nosotros mismos, bajo muchos conceptos, la consideramos aún como un enigma. ¿Cuál es su extensión real? Mayor que la de la tierra: he aquí lo que es dado afirmar con más exactitud.
Su novio, que se había educado en el extranjero, haciéndose luego ingeniero en España, tenía cuatro o seis años más que ella, y era también inteligente, rico, de buena índole y arrogante figura, cualidades que le rindieron en poco tiempo el corazón de Felisa, pero que no bastaron a conquistar su voluntad. La conducta de la muchacha era un verdadero enigma.
Algún emisario de Berbería que les provocaba a sacudir el yugo de los cristianos... Todo era enigma, misterio, otros seres, otro mundo. Prodújose de pronto un gran silencio. Las miradas se dirigieron hacia la puerta de entrada. Se esperaba a alguien. Por fin, las hojas se abrieron de par en par, y un hombre venido de afuera, anunció: ¡El bajá!
Esta última palabra fue para la marquesa de Villasis un rayo de luz que le descifró el enigma: cruzó las manos con un gesto de ira, de sorpresa, de lástima profundísima, de compasión sin medida... ¡Luego era verdad, luego era cierto el chisme que varias veces había llegado hasta ella de que el noble Butrón, el leal caballero, el correcto diplomático, maltrataba con frecuencia a aquella esposa modelo, aquella ilustre señora, aquella débil anciana que sollozaba allí, ocultando la vergüenza de su marido en el fondo de su pecho, envuelta en su propia desdicha!...
Sí; grande y muy grande es, para gloria y vergüenza de su patria, porque si ha encontrado millares de seres degradados que se unzan a su carro para arrastrarlo por encima de cadáveres, también se hallan a millares las almas generosas que en quince años de lid sangrienta, no han desesperado de vencer al monstruo que nos propone el enigma de la organización política de la República.
Se suelen también colocar en el lugar de los espacios ciertas letras, y algunas veces el enigma se hace todavía más difícil de descifrar para el que por casualidad encuentra las cartas, cuando se las baraja de una manera especialmente arreglada al llegar a la mitad de lo que se está escribiendo.
Palabra del Dia
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