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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Sabréis que la Tierra es redonda y gira en el espacio. Sí, algo sabemos de eso dijo el campanero con acento de duda . Así nos lo enseñaron en la escuela. Pero ¿realmente crees tú que se mueve? Porque en vuestra pequeñez de seres humanos no podéis sentir ese movimiento, porque a vuestra vista de topos microscópicos se escapa el inmenso engranaje del mundo, no dudéis de él. La Tierra gira.
La presentación que hacen al cura la llaman el paghaharap, y con este nombre se da una fiesta, que se repite la víspera de la unión, con el nombre del casalan, la que dura hasta la hora de ir á la iglesia. En todos estos actos hay un ceremonial especial que se repite de unos á otros con la precisión del engranaje de un cronómetro inglés.
Podremos viajar, vivir al capricho de nuestra fantasía. Reconozca que sin necesidad va usted a perturbar todos mis proyectos. Luego, irónicamente, añadió: ¿Es por conservarse más independiente por lo que usted desea que yo tenga una ocupación? Si es por esto, nada tiene que temer; estaré siempre bastante comprometido en el engranaje social para dejarla libre durante largas horas, si así lo desea.
Las más de las veces se había movido sin saber adónde convergían sus esfuerzos, como voltea una rueda, conociendo únicamente su engranaje inmediato, ignorando el conjunto de la maquinaria y la clase de producción á que contribuye. Se admiró Ulises de los inverosímiles y grotescos procedimientos empleados por los agentes del espionaje.
Una de las atenciones preferentes de este buen párroco consistía en la conservación del reloj de la torre, y en que ningún pueblo de la provincia tuviera un cementerio mejor que el suyo, y al efecto todas las mañanas había de subir varias veces el centenar de escalones de la torre, con el fin de inspeccionar la marcha y engranaje del reloj, como todas las tardes invariablemente había de darse el largo paseo que media entre la casa parroquial y el cementerio pudiendo asegurar que si el regulador del tiempo marchaba bien, al lugar del eterno olvido, no le faltaba ninguno de los detalles que constituye el lujo fúnebre de estos lugares.
Y fue que hallándose departiendo el marqués y el general, momentos antes de sentarse a la mesa, y paseándose a lo largo del salón contiguo al comedor, y estando la porfía en lo más candente, es decir, sosteniendo el segundo que todas las desventuras de España procedían de la incapacidad y de los desaciertos del ministro de la Guerra y de todos sus antecesores, y templando el primero sus crudezas con reposadas y campanudas reflexiones sobre el necesario «concurso de las fuerzas vitales del país» y «el engranaje de la máquina gubernamental», de pronto le faltó la palabra precisa; valiose de otra menos propia y muy mal pronunciada; esparciese sobre el sonrosado color de su rostro un tinte lívido; lanzó un áspero quejido por su boca, que se torcía por momentos, y reviré los ojos; y a no haberle recibido el general entre sus brazos, hubiera dado el pobre marqués con su oronda humanidad en el santo suelo.
Sentía un deseo terrible de entrar en el asunto y al mismo tiempo un miedo atroz de las complicaciones que iba á afrontar... ¡Ah! debo confesarlo; sin el ascendiente que tomó sobre mí Tragomer desde aquella noche, hubiera abandonado la empresa. Pero me impulsó, fuerza es decirlo. Y una vez el dedo meñique en el engranaje, tuvo ya que pasar todo el cuerpo.
Su vida externa, el curso y movimiento de su vida social, era al modo de una rueda dentada, en engranaje con otras; esta rueda cada día realizaba mecánicamente una vuelta completa, entreverando sus dientes con los dientes de las demás ruedas, siempre los mismos y siempre de la propia forma y disposición, y de suerte que no cabía averiguar si ella hacía girar a las otras o las otras le hacían girar a ella, o si la una y las otras rodaban con regularidad a impulsos de un mecanismo incógnito y enorme.
Además, el aire que agita las hojas actuales, ha sido movido por otro, y este por otro; y estos movimientos, sujetos todos á las leyes de la naturaleza, fijas y constantes, se van eslabonando entre sí, hasta el primer movimiento, con tanta necesidad, como las del engranaje de una serie de ruedas.
Juan lo mira disgustado y está a punto de preguntarle: «¿Desde cuándo tienes secretos para mí?» Pero la súplica que lee en los ojos de su hermano le cierra la boca, y los dos salen juntos del molino cogidos del brazo. Ha llegado la noche... La rueda grande se ha detenido, condenando a la inmovilidad a todo el engranaje de las pequeñas.
Palabra del Dia
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