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Actualizado: 12 de mayo de 2025
El carcelero se encogió de hombros y se retiró en seguida tarareando. Inmediatamente que Zalacaín se vió solo, puso manos a la obra. Tenía la absoluta seguridad de poderse escapar. Sacó el cortaplumas y comenzó a cortar las dos mantas de arriba abajo. Hecho esto, fué atando las tiras una a otra hasta formar una cuerda de quince brazas. Era lo que necesitaba.
Quedó satisfecho, con la conciencia de su cuerpo fuerte, oculto bajo el manteo epiceno y la sotana flotante y escultural. Iba a salir. Teresina apareció en el umbral, seria, con la mirada en el suelo, con la expresión de los santos de cromo. ¿Qué hay? Una joven pregunta si se puede ver al señorito. ¿A mí? don Fermín encogió los hombros . ¿Quién es? Petra, la doncella de la señora Regenta.
Diciendo esto, Kernok la empujó hacia la puerta... Pero Ivona, soltándose de las manos del pirata, repuso: ¿Vienes para insultar a los que te sirven? Calla, calla, o no sabrás nada de mí. Kernok se encogió de hombros con un aire de indiferencia y de incredulidad. En fin, ¿qué quieres?
Tiene usted preparada una comida magnífica. El gigante se encogió de hombros, como si no reconociese á su antiguo traductor. Luego pasó sus pies por encima de la máquina rodante, con cierta lentitud para no aplastarla, y continuó marchando hacia la capital, sin hacer caso de los gritos que lanzaba Flimnap al verse abandonado.
Aresti se encogió de hombros. No le molestaba ninguna de aquellas fiestas: eran para él espectáculos curiosos, en los que estudiaba el afán por lo extraordinario, por las protecciones ocultas que experimentan la debilidad y la ignorancia.
La libertad es al hombre lo que la instruccion á la inteligencia, ¡y el no querer los frailes que la tengamos es el orígen de nuestros descontentos! ¡La instruccion no se da más que al que se la merece! contestó secamente el P. Fernandez; dársela á hombres sin caracter y sin moralidad es prostituirla. Y ¿por qué hay hombres sin caracter y sin moralidad? El dominico se encogió de hombros.
El vicario se encogió de hombros y miró a Pepita con cierto susto, porque nada sabía, y le llamaba la atención la vehemencia con que ella se expresaba. Pepita prosiguió: Padre mío, yo no debí llamar a Vd., sino ir a la iglesia y hablar con Vd. en el confesonario, y allí confesar mis pecados.
La maroma va a ceder antes que lleguen cien vigas. Ya sé, no importa. Y nos costará muchísimos miles. Volvamos y hablaremos más largo. Fernández se encogió de hombros y silbó a los capataces. En el resto del día, sin lluvia pero empapado en calma de agua, los peones tendieron de una orilla a otra en la barra del arroyo, la cadena de vigas, y el tumbaje de palos comenzó en el campamento.
Al escuchar las explicaciones que le dio Jaime, al enterarse de su antiguo respeto al pasado y de aquella sumisión a la influencia de los muertos que había entorpecido su vida, confinándolo en una isla apartada, Valls quedó silencioso y abstraído. ¿Tú crees que los muertos mandan, Pablo?... El capitán se encogió de hombros. Para él no había en el mundo nada absoluto.
Dicho todo esto, como quien no dice nada ni se paga mucho ni poco del valor de lo que dice, y que a Neluco y a mí nos había cautivado bastante más que los pedruscos mohosos de la torre, cuya importancia histórica y arqueológica no desconocíamos, se encogió de hombros el solariego volviendo la espalda al edificio, y enlazándonos a los dos por la cintura con sus brazos, nos arrastró hacia el interior de la casa, diciéndonos al propio tiempo: Ahora, enseguidita, a prepararse para la marcha, puesto que se empeñan ustedes en volverse hoy, porque los días son ya muy cortos y no hay tiempo que perder.
Palabra del Dia
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