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Actualizado: 18 de junio de 2025


En los tiempos modernos, si bien inocentemente, los pescadores han causado no pocos naufragios encendiendo hogueras en la playa que se veían desde el mar; y aun los mismos faros han ocasionado alguna catástrofe cuando se han confundido entre . Una luz tomada por otra inmediata, á veces dió motivo á terribles equivocaciones.

La vieja despertó con el ruido de pasos. Al ver al prelado, dio un grito de sorpresa: ¡Don Sebastián! ¡Aquí usted...! He querido visitarte dijo el cardenal con sonrisa bondadosa, sentándose en una silla . No siempre habías de ser la que me buscases. Te debo muchas visitas, y aquí estoy. Hundiendo una mano en las profundidades de la sotana sacó una petaca de oro, encendiendo un cigarrillo.

Muchas tribus perseguidas se han refugiado en las cavernas que sirvieron de morada común á sus abuelos, y á los perseguidores bárbaros ó pretendidos civilizados, negros ó blancos, vestidos con pieles ó uniformados con bordados y condecoraciones, no se les ha ocurrido nada más humano que asfixiar por el humo á los refugiados en ellas, encendiendo hogueras á la entrada de la gruta.

Pasaron cuatro días; ya no me acordaba de aquella niña, ó si me acordaba era de un modo vago, como la memoria de los días risueños de la juventud. Será cosa, á más tardar, del viernes ó el sábado, me dije después de comer, encendiendo un cigarro y echándome á la calle. El ministro se había negado á rebajar la cuota del Ayuntamiento, lo cual me tenía muy disgustado.

El principal, que se estaba disponiendo para hacer el acostumbrado viaje a París, la incitaba a comprar algo, y ella caía en la tentación, unas veces porque se le presentaban verdaderas gangas, otras porque el género le entraba por el ojo derecho, encendiendo todos los fuegos de su pasión trapística, y no podía menos de satisfacer, so pena de padecer mucho, el deseo de adquirirlo. ¡Oh!

Su hermosura es a la vez angélica y perturbadora. Tiene del cirio el candor y la llama. Sus grandes ojos, que arden con misteriosa fiebre, van encendiendo, a pesar suyo, súbitas pasiones en el corazón de ricos y virtuosos caballeros. Su madre quiere casarla, y la obliga a ataviarse como las otras doncellas; pero Rosa pone en cada gala una oculta mortificación.

Al entrar en Madrid hubo que perder cuatro minutos encendiendo los faroles, y un poco más allá los empleados del resguardo detuvieron de nuevo al coche para registrarlo todo de arriba a abajo... ¡Qué desesperación! ¡Qué feos y qué tontos eran aquellos hombres!

Al fin, la madre subió a acostarlos; el padre, encendiendo el farol, fuese a inspeccionar la costa, y nosotros continuamos velando a nuestro enfermo, que se revolvía en su camastro cual si aun estuviese en alta mar, zarandeado por el oleaje. Para calmar un poco su puntura, calentamos guijarros y ladrillos, poniéndoselos en el costado.

¡Que tengas buena suerte! Y contempló con ojos amorosos el carruaje que se alejaba seguido de un grupo de pilluelos, embelesados en la contemplación envidiosa de los oropeles de los lidiadores. Al quedar sola, la pobre mujer subió a su cuarto, encendiendo luces ante una imagen de la Virgen de la Esperanza. El Nacional iba en el coche, cejijunto y sombrío, al lado de su maestro.

Esto, como era de esperar, había excitado vivamente las conciencias timoratas, encendiendo en las provincias del Norte, más religiosas de suyo y más apegadas a nuestra tradición, una obstinada y sangrienta guerra civil que amenazaba concluir con el orden político establecido y de paso con nuestra riqueza y prestigio.

Palabra del Dia

rigoleto

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