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Actualizado: 20 de julio de 2025
-No sé -dijo Sancho Panza-, a mí me parece la más hermosa criatura del mundo; a lo menos, en la ligereza y en el brincar bien sé yo que no dará ella la ventaja a un volteador; a buena fe, señora duquesa, así salta desde el suelo sobre una borrica como si fuera un gato. ¿Habéisla visto vos encantada, Sancho? -preguntó el duque.
Es un capricho, una locura; pero ¿para qué existe el Amor, sino para hacer alegres disparates que endulcen la vida?... Llévame en tu barca; ella que te condujo aquí nos trasladará a esa isla encantada; nos amaremos toda una noche al aire libre.
Después desto, consideraba aquel tener cerrada la puerta con llave ni sentir arriba ni abajo pasos de viva persona por la casa. Todo lo que yo había visto eran paredes, sin ver en ella silleta, ni tajo, ni banco, ni mesa, ni aun tal arcaz como el de marras: finalmente, ella parecía casa encantada. Estando así, díjome: "Tú, mozo, ¿has comido?"
-Verdad dice esta doncella -dijo el cura-, y será bien quitarle a nuestro amigo este tropiezo y ocasión delante. Y, pues comenzamos por La Diana de Montemayor, soy de parecer que no se queme, sino que se le quite todo aquello que trata de la sabia Felicia y de la agua encantada, y casi todos los versos mayores, y quédesele en hora buena la prosa, y la honra de ser primero en semejantes libros.
El fuego chisporroteaba alegremente; la cena humeaba; una vieja servidora narraba después la historia de alguna doncella encantada, y yo quedaba dulcemente dormido sobre el regazo de mi madre. La Arcadia ya no existe. Huyó la dicha y la inocencia de aquel valle. ¡Tan lejano! ¡Tan escondido rinconcito mío! Y sin embargo, te vieron algunos hombres sedientos de riqueza.
Y ella balbució con su vocecilla de plata: Carmen.... ¿Y tu mamá?... Mamá.... ¿Y tu papá?... Padrino.... ¿De dónde vienes? De allí y señaló con un dedito torneado, del lado del jardín. ¡Claro, como las flores! dijo Rita encantada de la docilidad graciosa de la niña. Rita deletreaba las facciones de la pequeña con avidez, como quien busca la solución de un enigma.
No sé de los sucesos de su vida, sino que está encantado y que me tiene encantada, y doy por cierto que es valiente, generoso y leal. Señora, dijo la lavanderilla, yo puedo asegurar a V. A. que el Príncipe, si mi visión no es un sueño vano, parece un pino de oro, y tiene una cara tan bondadosa y dulce que da gloria verla.
En la primera había una paloma encantada con un alfiler negro clavado en la cabeza; era la reina mora; su madre, la madre de Ana que no parecía. Todas las palomas con manchas negras en la cabeza podían ser una madre, según la lógica poética de Anita.
Miss Harvey le hizo seña con el abanico de que se aproximara y con todo el ímpetu incontrastable de su naturaleza, le dijo: Venga usted por acá. Estoy encantada de que mi padre me haya presentado al señor de Tragomer, que me está interesando mucho con el asunto de Freneuse, sobre el cual nunca he podido arrancar á usted ni una palabra. ¿Por qué no me ha dicho usted que le creía inocente?
Mas la Valdivieso, riendo como una loca, le dijo: Pero, mujer, no seas tonta, póntelos... Lo tomarán por una originalidad, y mañana tienes ya la moda en planta. ¡Pues es verdad! exclamó encantada Currita.
Palabra del Dia
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