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Actualizado: 20 de julio de 2025
Otro día le pareció a don Antonio ser bien hacer la experiencia de la cabeza encantada, y con don Quijote, Sancho y otros dos amigos, con las dos señoras que habían molido a don Quijote en el baile, que aquella propia noche se habían quedado con la mujer de don Antonio, se encerró en la estancia donde estaba la cabeza.
En aquellas noches yo no veía alrededor de mí más que tigres del África, cataratas de América, pirámides de Egipto y lagunas de Venecia. Estaba encantada y bendecía a Dios por haber creado tantas cosas bellas, incluso a lord Gray. »¡Oh! Lord Gray no se apartaba de mi imaginación.
En una vitrina, grandes abanicos abiertos evocaban modas desaparecidas y transmitían la sensación encantada de los años en que se habían usado: algunos, enormes, estaban hechos con blanca pluma de garza sobre varillas de ébano; en otros era el plumaje negro y contrastaba pomposamente con el labrado marfil; y en los menos antiguos, alguna escena de pastores se pintaba sobre la indecisión de la seda ajada.
No envidiosa sino encantada notaba yo que había en todo su ser corporal algo de más aristocrático que en el mío. Era además blanca y rubia, mientras que yo soy pelinegra y trigueña. Mis ojos son verdi-oscuros; los suyos azules como el cielo. Yo soy alta y esbelta: ella es más esbelta y más alta que yo, aunque igualmente bien proporcionada.
«Durante este tiempo, Carlos, su hijo, se criaba y educaba en la casa de mi tío; yo estaba encantada de mi joven paje.
Los alegres catapúsanes se llamaron saraos y hoy soarees con su buffet, sus emparedados, su ponche á la romana y hasta su Petit Journal ó su Correspondencia, que al día siguiente pregona que la bella señorita de tal estaba hecha una princesa, su mamá una reina y su papá un bajá de tres colas, que dando la majestuosa familia encantada de las letras, por más que saquen astillas del individuo que las escribe.
Capítulo LXII. Que trata de la aventura de la cabeza encantada, con otras niñerías que no pueden dejar de contarse
En las tardes solitarias de estos últimos años, en que el alma antigua de este café parecía encantada, y el tedio tejía sus melancólicos telares, tal vez de la penumbra propicia surgían claras risas y frescas voces juveniles.
De todo esto he hablado con Clotilde y está encantada de la idea.
Y luego prosigue, diciendo: Espantóse el primo, así del atrevimiento de Sancho Panza como de la paciencia de su amo, y juzgó que del contento que tenía de haber visto a su señora Dulcinea del Toboso, aunque encantada, le nacía aquella condición blanda que entonces mostraba; porque, si así no fuera, palabras y razones le dijo Sancho, que merecían molerle a palos; porque realmente le pareció que había andado atrevidillo con su señor, a quien le dijo: -Yo, señor don Quijote de la Mancha, doy por bien empleadísima la jornada que con vuestra merced he hecho, porque en ella he granjeado cuatro cosas.
Palabra del Dia
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