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Actualizado: 12 de julio de 2025
Ramiro reconoció al Conde de Fuensalida por el ceñido traje de gorgorán bordado de oro, que semejaba de lejos damasquinada armadura. La plebe les miraba absorta y enmudecida, y no se escuchaba otro rumor que el de los cascos sobre las piedras. Hubiérase dicho un desfile de animadas estatuas ecuestres y funerarias. La llegada de los primeros penitenciados suscitó de nuevo el vocerío popular.
Yo me dije: ¿qué hay que hacer con esta jaca?... Pablito, en cuyo pecho la joven había hecho vibrar la cuerda más sensible, disertó larga y luminosamente acerca de aquellos asuntos ecuestres. Nieves le escuchaba embelesada, enternecida, figurándose acaso que detrás de aquella descripción minuciosa de las zunas de la Linda iba a encontrar su amor perdido.
En general esos monumentos son muy severos y sencillos, pero las estatuas ecuestres ó pedestres son de mal gusto y ejecucion artística imperfecta.
Por este aborrecimiento injusto, por su presunción y ridiculeces, Miguel no pagaba al cura su estimación; antes buscaba modo de reírse de él y remedarle delante de los compañeros. Un suceso de poca monta vino a aumentar este desprecio y a hacerle formar una idea más ruin aún de su carácter. Ni los paseos ecuestres, ni otras medicinas que el médico le propinó, consiguieron ponerle bueno.
Además de los dos mencionados retratos ecuestres, el del Rey y el del Príncipe Baltasar Carlos, hay en el Museo del Prado otros tres de personas reales y a caballo atribuidos a Velázquez, pero que hace tiempo se juzgan no hechos en totalidad de su mano.
¡Caramba, señores! ¡atención! Me quedé con la boca abierta... ¡De la raza, señores, de la raza!... Un cuerpo de joven reina... largos cabellos que desarrollan sus anillos sobre los hombros, cabellos de color moreno dorado, como una melena... un cuello blanco, carnudo, voluptuoso... la garganta no muy alta, y un poco ostentosa... eso que llamamos, en términos ecuestres, un pecho de león... Parece que respira con todo el cuerpo, tan poderosamente pasa el aire por ese organismo joven y vigoroso... hombros y brazos elegantes... las caderas poco desarrolladas todavía, pero bien formadas para la dilatación normal.
En el camino de los Olivos al Tigre están enterradas sus primaveras. Aquellas caravanas ecuestres de otros tiempos que comenzaban por la madrugada en el Retiro y que terminaban en San Isidro o San Fernando a mediodía, y con bailes y pascanas a media noche, tienen una larga historia en la vida galante de otra edad. Mi tío comenzó a recordarlas con cierta melancolía.
Palabra del Dia
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