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Actualizado: 12 de junio de 2025


Extraña cosa es que en un espacio tan reducido puedan reunirse tantos y tan dulces recuerdos.

María es una muchacha y parece una abuela. ¿Acaso su corazón permanecerá siempre sumido en la tristeza y no se abrirá á más dulces sensibilidades? María se ruborizó y volvió los ojos. Tragomer me ha confiado sus intenciones. cuál fué su proceder, pero también conozco cuánta fué tu severidad.

Al pasar de treinta venían á su memoria las imágenes flotantes de las mujeres que había seducido y se extasiaba recordando los dulces pormenores de sus amoríos: una de aquellas mujeres abandonadas se hallaba á la hora presente en un convento; otra se había tragado una caja de fósforos. Por último, cuando introducía en su estómago más de cuarenta vasos, se iniciaba el período del heroísmo.

¡Qué blancura tan admirable! No: mucho mejor que eso. Las vírgenes y las niñas, por dulces que sean, tienen poco más ó menos lo que podemos llamar el verdor de la juventud, mientras que el candor de nuestra perla aseméjase más bien al de la inocente desposada, tan pura, aunque sumisa al amor. No tiene la menor ambición de brillar, suavizando, y apagando casi sus matices.

Mas el ansia de ser amado, de engañarse con dulces ilusiones, el egoísmo varonil, inclinado siempre á creer en una predilección en favor suyo, se sublevaron en Fernando. No, doctor: me quiere. Tengo pruebas.

Los dulces nombres de pimpollo, remono, angelito, y otros que me prodigó con toda largueza, no me hicieron sonreír. Subí, y todos estaban en movimiento. a mi amo que decía: «¡Ahí está! Gracias a Dios». Entré en la sala, y Doña Francisca se adelantó hacia preguntándome con mortal ansiedad: «¿Y D. Rafael? ¿Qué ha sido de D. RafaelPermanecí confuso por largo rato.

Por mirarlo todo, deteníase también a contemplar las encías con que los dentistas anuncian su arte, las caricaturas políticas de los periódicos, colgados en las vidrieras de los cafés, los libros, los cromos, los palillos de dientes, las aves disecadas, las pelucas y postizos, las condecoraciones, las fotografías, los dulces y hasta los comercios ambulantes en que todo es a real.

Pero ¿cómo Poldy, que era pobre y desvalida también, había de irse con su hermano y serle constantemente gravosa? Esto no era posible. A Poldy además le dolía en el alma tener que abandonar aquellos lugares, tan llenos para ella, de dulces y misteriosos recuerdos.

No se le sentía cuando profería suavemente alguna frase galante que conmovía y ruborizaba a las doncellitas o hacía soltar alegres carcajadas a las matronas. Placíanle, sobre todo, los apartes, las conferencias íntimas. A pesar de los años, sus ojos, a la vez desvergonzados y respetuosos, dulces y chispeantes, fascinaban a las damas.

Así que hubo salido del salón, respiró Magdalena con más libertad, y volvieron ella y Amaury a forjarse nuevos planes. Proyectaron largos viajes por Italia, y en medio de sus protestas de amor no menos nuevas por ser siempre repetidas, prometiéronse prolongar aquellos dulces coloquios durante toda su vida.

Palabra del Dia

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