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Actualizado: 8 de mayo de 2025
El lugar es adecuado, y el que debe ser: con que, dejando en él diez ú doce hombres con un sargento y dos cañoncitos, estaba todo concluido.
Inútil fue su empeño: a los diez o doce pasos rindióla la fatiga, y el haz de leña, superior a sus fuerzas, cayó de nuevo en tierra: la mujer se echó a llorar.
De las tiendas salían haces de luz que llegaban al arroyo iluminando las piedras húmedas cubiertas de lodo. Delante del escaparate de una confitería nueva, la más lujosa de Vetusta, un grupo de pillos de ocho a doce años discutían la calidad y el nombre de aquellas golosinas que no eran para ellos, y cuyas excelencias sólo podían apreciar por conjeturas.
Y como si el demonio austral sólo esperase este tributo, cesó el viento Oeste, el buque no tuvo ante su proa la infranqueable barrera de un mar hostil, y pudo entrar en el Pacífico, anclando doce días después en Valparaíso. Ulises se explicó el grato recuerdo que deja este puerto en la memoria de los navegantes.
Pues no les volvió la cara, ni creo que la hubiera vuelto aunque fuesen doce. ¡Qué modo de revolverse! ¡qué modo de brincar! ¡qué modo de dar palos! ¿Veis un oso cuando los perros le acometen después de herido, y al primero que se le acerca le da un zarpazo y lo tumba y los otros ladran sin atreverse á entrar hasta que uno más atrevido se lanza y vuelve á caer?
Cumplía su promesa, y allí estaba, audazmente, entre doce mil personas que no podían reconocerle, saludando al espada, que sintió cierto agradecimiento por esta muestra de confianza. Gallardo se asombraba de su temeridad.
Azorín pasa toda la mañana leyendo, tomando notas. A las doce, cuando tocan el caracol a modo de bocina para que los labriegos acudan, baja al comedor.
Como que por cumplir y hacer las entregas a tiempo se había traído alguna labor para trabajar en su casa. Velaría hasta las doce o la una. Brindose la de Rubín a ayudarla, y con la venia de las dos señoras mayores se fueron a la casa próxima. Fortunata deseaba estar sola con su amiga para hablar largo y tendido sobre diferentes cosas.
Sobre robustos pedestales exhibíanse los doce apóstoles; pero tan desfigurados, tan maltrechos, que no los hubiera conocido Jesús: los pies roídos, las narices rotas, las manos cortadas; una fila de figurones, que más que apóstoles parecían enfermos escapados de una clínica mostrando dolorosamente sus informes muñones.
Palabra del Dia
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