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Actualizado: 24 de junio de 2025
Poco a poco, a impulsos del hacha y de la sierra, fueron desapareciendo los copudos y grandes castaños de hojas anchas y frescas con sus torsos retorcidos de piel rugosa, los gigantescos robles que habían renovado sus hojas picadas más de trescientas veces, los nogales que parecen enormes plantas de albahaca, los jugosos pomares, cuyas ramas se doblan hasta dejar delicadamente el fruto en el suelo, y otros árboles de arraigo y respetabilidad en el país.
Preguntaba cierto forastero en un corro de Altavilla cómo había quedado paralítico el maestrante. «En realidad no está paralítico repuso Paco, porque no tiene lesión alguna; sólo que las piernas no pueden con la heráldica que se le ha subido a la cabeza, y se le doblan en cuanto da un paso.» Lo supo Quiñones por un traidor y dio orden de que no se le recibiese.
Pero, cuando quiere caminar, sus rodillas se doblan bajo su peso. Ya ves, no puedo dice con triste sonrisa. Bueno, te llevaré yo dice él abriendo los brazos. Se escapa un murmullo de los labios de Gertrudis, mitad de júbilo, mitad de queja; un momento después, su cuerpo, levantado del suelo, está en los brazos de Juan.
El señor y la señora Godfrey Cass todo otro título más elevado expiró en los labios de la gente de Raveloe el día en que el viejo squire fue a unirse con sus mayores, y en que su herencia fue repartida entre sus hijos se volvieron para ver llegar a un hombre alto y anciano y a una mujer sencillamente vestida que estaban más atrás, habiendo observado Nancy que debían esperar a «papá con Priscila». Ahora todos doblan por un sendero más estrecho que atraviesa el cementerio y conduce a una pequeña puerta situada frente a la Casa Roja.
Entremos dice con voz sorda. Ella alza la cabeza y apoya los brazos en el suelo; pero, cuando él quiere levantarla, lanza un grito agudo. ¡No me toques! Por dos o tres veces trata de ponerse en pie; sus piernas se doblan. Entonces tiende los brazos sin decir palabra, y se deja levantar por él, que sostiene sus pasos vacilantes a través del patio del molino.
Tampoco cree que el día de la Asunción, en el momento de alzar en la misa mayor, todas las hojas de los árboles se unen de dos en dos para formar una cruz; las altas se doblan, las bajas se empinan, sin que ni una sola deje de hacerlo. Ni cree que el diez de agosto, día del martirio de San Lorenzo, que fue quemado en unas parrillas, en cavando la tierra, se halla carbón por todas partes.
Como un enorme ramo de verdura que sobresale del jarro, las hierbas acuáticas con sus plateadas hojas que crecen al borde de la fuente, y las algas de limo con sus largas cuerdas enguirnaldadas cediendo á la presión del agua que rebasa, se doblan hacia afuera por el borde del estanque; por entre su espesa capa la corriente se escapa abriendo anchos regueros con su cauce adornado de flotantes serpentinas.
Los descoyuntados, los que se tuercen y doblan de manera insólita, los que alzan con los dientes enormes pesos y hacen otras habilidades por el mismo estilo, aunque nos maravillen, repugnan por lo antinatural del ejercicio y más aún por la perversa preparación que el ejercicio presupone, y en la cual es probable que hayan sucumbido no pocos antes de llegar a ser maestros y de poder lucirse.
Cuando estaban a la mitad de la altura, el tramoyista volvió la cabeza, y sus ojos se encontraron con los del traspunte. ¿Qué había de particular en aquella mirada? ¿Por qué empalidece el rostro de Antoñico? ¿Por qué se le doblan las piernas? Vacila un instante entre seguir o retroceder: la barretina colorada se detiene y se agita presa de mortal incertidumbre.
Las personas de edad que viven independientes participan algo en esta fiesta. Visitan á sus padres y tíos, doblan una rodilla y desean las buenas pascuas: su aguinaldo consiste en un dulce, una fruta, un vaso de agua ó un regalito cualquiera insignificante.
Palabra del Dia
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