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Actualizado: 2 de mayo de 2025


Dios que conoce al hombre y sus inclinaciones, porque conoce su obra y la obra del hombre, no nos dió leyes débiles, cómplices de nuestras pasiones como las vuestras y testigos impotentes de nuestros desórdenes, sino que nos puso un freno, y este freno escluye de nuestra familia la poligamia y el divorcio, restableciendo entre nosotros el matrimonio edénico, de dos espíritus en una sola carne, inviolable en su pacto, legítimo en su fin, vivificador por su pudicicia.

Para la reconciliacion hay un término improrogable de cuatro meses, llamado la alheda, pasado el cual todo vínculo queda disuelto y la muger recobra su libertad. Al salir de la casa marital recibe su acidaque y se lleva consigo sus hijas, dejando los hijos varones en poder del padre. Véase el cap. cit. Del repudio. La atalca es el acto de repudio ó divorcio.

El divorcio me gustaría más.... Pero es una palabra muy dura, que asustaría á mi sobrina.... ¿Luego es ella?... ¿Y quién quieres que sea? exclamó Clementina; te pones enteramente obtuso.... Pero, amiga mía; semejante resolución ¿no es para sorprender?

Decíase que había sido muy desgraciada, y una cierta conformidad en su destino la ligaba con la señora de Maurescamp. Habíanla casado como a ella, con una ligereza culpable, y como ella también llegado, aunque por distinto camino, a ese divorcio convencional, tan frecuente en los matrimonios de la alta sociedad.

Fernandito le escribió al ministro solicitando para el cargo... ¡sin decirme nada, Butrón!... ¡sin contar conmigo!... ¡Vamos, si es horrible, horrible!... ¡Ay, qué marido!... Le aseguro a usted que si no fuera por mis hijos entablaba el divorcio...

Perico, hecho a vivir en perenne divorcio consigo mismo, no podía sufrir la soledad que le obligaba a reunirse a propio; y por lo que toca a Miranda, terminada su temporada de aguas, notablemente restablecida su salud, parecíale que ya era hora de acogerse a cuarteles de invierno y de gozar en paz los frutos de la medicación.

Maxi no parecía reparar en el niño. Con gran serenidad habló así: «Tan sano estoy de la cabeza, que me hago cargo de tu situación y de la mía. Ya entre y yo no puede haber nada. Nos casamos por debilidad tuya y equivocación mía. Yo te adoraba; a no. Matrimonio imposible. Tenía que venir el divorcio, y el divorcio ha venido. Yo me volví loco, y te emancipaste.

Mis besos pusieron fin a la conversación. Como el señor Baltet no sea un buen nieto para la abuela, estoy pronta al divorcio... Cuidado con el papel sellado... 9 de marzo.

Más es; aun creyéndolo, jamás lo hubiera comprendido; como no lo comprenden muchos, que ni viven tan retiradas, ni son tan estrictas como lo era la duquesa. Si se le hubiera dicho que había apologistas del divorcio, y hasta detractores de la santa institución del matrimonio, habría creído estar soñando, o que se acercaba el fin del mundo.

¿Y «El Dédalo»? Su artículo me enseña un artículo, muy bien escrito, de «Zeda». El ilustrado crítico de La Epoca, pregunta: «¿Resuelve ó no resuelve el divorcio los conflictos matrimoniales? Este es el problema que plantea Hervieu en su «Dédalo». Hervieu sonríe. No me he propuesto exponer nada dice, ni resolver nada.

Palabra del Dia

commiserit

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