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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Se denomina En Madrid y en una casa, y concuerda hasta tal punto con las comedias fidedignas de Tirso en lenguaje, plan y exposición, que, á mi juicio, ha de considerársele como su verdadero autor. La comedia á que aludimos, es de las mejores que se conocen, distinguiéndose por su enredo, perfectamente trazado; por su complicación, y, á pesar de esto, por su claridad extraordinaria.
El verdadero coco mura es aquel cuya carne no ha llegado á solidificarse en el interior de las paredes ó chiretas de la nuez. Hay una clase de estas nueces ó cocos muy especiales, llamados macapunó. Este crece entre los otros, no distinguiéndose ni el árbol que lo da ni el racimo en que se produce; es de advertir que en un racimo en que hay 15 ó 20 cocos, solo se encuentra uno de aquella clase.
Fue Abogado de los Reales Consejos, beneficiado de la parroquia de San Andrés, Arcediano de la Iglesia de Santa María del Mar en Barcelona, Canónigo Doctoral de la metropolitana de Valencia, Censor de la Real Sociedad de Amigos del País, y Caballero gran Cruz de la Real y distinguida orden de Cárlos III: el Rey Don Cárlos IV le nombró Obispo de Teruel y tomó posesión en 10 de Julio de 1795, distinguiéndose desde luego por su celo en colocar a todo su Obispado al nivel de los mas notables de España, y la obra grande de su piedad que hará eterna su memoria en Teruel y su provincia fue, la fundación de la Casa-Hospicio de Misericordia; en ella agotó toda la actividad y desvelos de su celo, trazó los planos un sabio arquitecto de la Academia de Zaragoza, conforme al magnífico diseño de la Casa de la capital y procurando competir con esta en la magnificencia: el Monarca, el Obispo, el Clero, el Ayuntamiento y el Pueblo, todos contribuyeron a dar cima a la obra, cuya primera piedra colocó y bendijo el Señor Rico, el cual después no pasaba día por malo que fuese que no hiciera su visita al sitio donde tan benéfica casa se edificaba.
Algunas que aún no habían salido de la primera juventud y llevaban poco tiempo de matrimonio, paseaban casi todo el día del brazo del esposo con aires de tiple enamorada, inclinando la cabeza sobre el hombro de él, como si la cubierta fuese el jardín de «Fausto». Por dignidad de clase, gozosas de jugar un rato a «señora mayor», distinguiéndose de las solteras, permanecían entre las respetables matronas; pero de pronto sentíanse agitadas por un hormigueo irresistible.
Sin embargo, si falta instrucción artística á este poeta, observamos por vía de compensación su extraordinaria capacidad para exponer poéticamente los asuntos de sus dramas, y ennoblecerlos cual corresponde, distinguiéndose siempre, hasta en sus peores producciones, por cierta gracia sencilla y encantadora, y guiándole su genio en ocasiones con tal acierto, que llega á trazar planes, no indignos de los maestros que le sucedieron.
Llevan el pantalón remangado, y cuando están en coro con las muchachas, los colores se confunden, no distinguiéndose los sexos. Entre todos forman un arco iris. Pero lo interesante es lo externo de la cabeza de estos mozos, su peinado. Parece que es obra lenta y minuciosa el tocado de sus testas.
Hasta los veintitrés años estuvo en Rusia el príncipe Miguel. Sus estudios militares fueron brillantes, según Toledo, distinguiéndose entre los más famosos oficiales de la caballería de la Guardia.
Unicamente los ingleses y los españoles llevaron los suyos á la perfección, distinguiéndose así entre todos los pueblos de la Europa moderna, sin sufrir la fatal influencia de la antigüedad, y siguiendo sólo sus propios impulsos. No es, pues, extraño que enlacemos con las informes tentativas de la Edad media las más acabadas creaciones del espíritu humano.
En el fondo de estas comedias, como en algunas de las precedentes, y de las que siguen, predominan los mismos elementos que en las demás españolas, distinguiéndose sólo por el colorido que le presta el personal de príncipes y cortesanos que en ellas se presenta, así como por el tono, también distinguido, correspondiente á la categoría de sus personajes. El galán fantasma.
Así es que, si bien doña Luz, no distinguiéndose en esto de los demás mortales, no pensaba ni sentía todo a la vez, como las causas de su pensar y de su sentir más hondo no tenían punto señalado en nuestro planeta, ni momento marcado en la cronología, los efectos se sustraían también a las leyes de la sucesión y del lugar y parecía que se daban en una eternidad inmóvil.
Palabra del Dia
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