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Actualizado: 3 de junio de 2025
Lo esencial es que se ha puesto hermosísima, mucho más guapa que antes. En fin, tengo ese capricho y me da la gana. Ha engordado..., antes tenía el pecho como de ninfa jovencilla, hoy debe de tenerlo como la diosa de la abundancia. ¡Me da una ira pensar que el burro de Martínez!... No es que yo me arrepienta; pero la verdad es que anduve algo precipitado en dejarla.»
En lugar de la redoma de cristal, tapaba todo esto un pedazo de gasa, sujeto con cintas azules á las piernas de la diosa, la cual ostentaba en su profano pecho un escapulario de la Virgen del Carmen.
La Pacha-Mama es una diosa benéfica que está en todas partes y lo sabe todo, resultando inútil querer ocultarle palabras ni pensamientos. Representa la madre tierra, y todo arriero que no es un desalmado, cada vez que bebe, deja caer algunas gotas, para que la buena señora no sufra sed.
Desde su adolescencia había odiado á la hija de doña Mercedes por su orgullo, por la superioridad aplastante que conservaba aun en esos momentos de amor en los que casi todas las mujeres se empequeñecen voluntariamente para refugiarse, como una esclava feliz, en los brazos del hombre. Ella sólo sabía dar su cuerpo en forma de limosna altanera, lo mismo que una diosa.
Hastiada de los devaneos cortesanos, encontraba vivo atractivo en ser adorada de aquel modo frenético y mudo, en desempeñar el papel de diosa. Una mirada suya hacía empalidecer o enrojecer a aquel niño; una palabra le alegraba o le entristecía hasta la desesperación. Raimundo iba al Real todas las noches que le tocaba el turno a Clementina.
Fué pasando entre las dos masas varoniles, alta la cabeza, pisando fuerte, con su arrogante andar de diosa cazadora, deteniendo á veces la mirada en algunos de los centenares de ojos fijos en ella. La ilusión de su triunfo le hacía avanzar erguida y serena, lo mismo que si pasase revista á las tropas.
Sin embargo, yo en su caso me iría de este país por una temporada hasta que nos hubiésemos partido á Madrid. Cuando volviera á verme el año que viene, le doy mi palabra de que se habría deshecho la diosa de la Grecia y de que usted se reiría grandemente de sí mismo. Haga la prueba y lo verá. De D. Primitivo Alonso á M. Baltasar Alonso. 27, rue des Feuillantines. Paris.
Como esta obra, escrita en versos elegiacos, sirvió de modelo á nuestro Arcipreste, que la copió muy exactamente, y más tarde al autor de La Celestina, expondremos en breves palabras su argumento: En el primer acto se queja Pamphilo á la diosa Venus de su amor á una bella, rica y principal señora, de cuyos padres teme una negativa á causa de su pobreza.
Parece una diosa por el ritmo y la nobleza de su andar entonado y por el olor de ambrosia con que satura en torno el ambiente. ¿Le digo que aguarde? EUMORFO. ¡Venerando maestro! La galantería exige que recibas luego a esa dama. Yo aguardaré en otro cuarto. PROCLO. Bien está. PROCLO. ¡Deslumbrante aparición! ¿Quién eres? ¿Eres mortal o diosa? PROCLO. ¡Asclepigenia de mi corazón! ¡Cuán bella estás!
Agamenón dijo que devolvería a Criseis, si Aquiles le daba a Briseis, la cautiva que él tenía en su tienda. Y Aquiles le dijo a Agamenón «borracho de ojos de perro y corazón de venado», y sacó la espada de puño de plata para matarlo delante de los reyes; pero la diosa Minerva, que estaba invisible a su lado, le sujetó la mano, cuando tenía la espada a medio sacar.
Palabra del Dia
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