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Actualizado: 7 de junio de 2025


Recibe muchos diarios y revistas, y se aplica á seguir, tanto como le es posible á la distancia en que se encuentra, el movimiento de esa civilización refinada, de que los teatros, los museos y los libros recién publicados son las flores y los frutos más ó menos efímeros.

Tal parece lo que dicen, que se encontraron en las cuestas altas del Puerto Deseado sepulcros de gigantes, cuyos huesos eran de once pies de largo: porque los huesos de los cadáveres que ahora se encontraron, eran de estatura ordinaria. Añaden dichos diarios extrangeros, que en una ensenada del Puerto Deseado, que señalan en sus mapas, hay mucha pesca.

«Las prensas de hierro me dicen se rompen y es preciso gastar dinero en componerlasAyer hablaba de un labrador que descuida sus tierras por alquilar sus mulas por tres reales diarios; hoy veo a estas gentes que huyen de la compostura de una prensa, y en cambio dejan fermentar la aceituna y pierden en la pasta comprimida una parte del jugo.

El telegrama llegó a su hora, con el correspondiente «Sin novedad». Fue obra piadosa de don José el apoderado, el cual, visitando a Carmen todos los días y apelando a hábiles escamoteos para evitar la lectura de diarios, retardó durante una semana que se enterase de la desgracia.

Si lo hubiese hecho, en balde hubiera pedido otro, porque mi padre no estaba tan dispuesto para desatar los cordones de su bolsa como otros padres que yo conozco. Pero es preciso que éstos cambien de tono, es imprescindible. A causa de las hipotecas y de los pagos retrasados, estoy tan falto de dinero como un mendigo. Y ese tonto de Kimble dice que los diarios hablan de pago.

Desde que las Cortes Constituyentes votaron la monarquía, Amparo y sus correligionarias andaban furiosas. Corría el tiempo, y las esperanzas de la Unión del Norte no se realizaban, ni se cumplían los pronósticos de los diarios. ¡Que hoy!... ¡que mañana!... ¡que nunca, por lo visto! ¡En vez de la suspirada federal, un rey, un tirano de fijo, y tal vez un extranjero!

Hasta creyó adivinar en uno de los periódicos vagas alusiones á los informes de cierto ingeniero protegido de Fontenoy. Cuando volvió á encontrar á Federico en su biblioteca, todavía le vió más viejo y más desalentado que en la noche anterior. Sobre una mesa estaban los mismos diarios que había leído él.

Pepe había leído que Girardín fundaba su oratoria en la demostración de la versatilidad de los contrarios y, no pudiendo prestarle astucia ni facilidad de palabra, procuraba que don Luis hiciese algo parecido. A fuerza de revolver Diarios de Sesiones, discursos y periódicos, iba reuniendo cuanto era aprovechable para que alardeara de memoria y oportunidad.

no habrás leído los papeles de hoy le preguntó al detenerse en la acera . Pues bien; el Mosco ha muerto; mejor dicho, le han matado. Los esbirros han conseguido lo que deseaban. Y relató la muerte trágica de su hermano. Los diarios dedicaban al suceso unas cuantas líneas. Aquel homicidio en tierras reales no inspiraba interés.

Llamar a su puerta a las altas horas de la noche; decirle con voz entrecortada que «ahí viene la policía» y que se oculte; acompañarle por recónditas callejuelas a un escondrijo seguro; meterle en la mano unos cuantos pesos ahorrados a fuerza de liar pitillos; recibir, en cambio, un haz de proclamas para repartir al día siguiente, con la advertencia de que «si se las cogen, puede contarse ánima del Purgatorio»; distribuirlas con sigilo y celo; y por recompensa de tantas fatigas, de riesgos semejantes, ganar un expresivo apretón de manos, una mirada de gratitud del proscrito.... Si el heroísmo es cuestión de temperatura moral, Amparo, que se hallaba a cien grados, tal vez se dejara fusilar por la causa sin decir esta boca es mía; y quién sabe si andando los tiempos no figuraría su retrato al lado del de Mariana Pineda en los cuadros que representan a los mártires de la libertad.... Feliz o desgraciadamente, lo que ustedes quieran, que por eso no reñiremos, los tiempos eran más cómicos que trágicos, y los loables esfuerzos de Amparo no le obtuvieron otra corona de martirio sino el que en la Fábrica se prohibiese la lectura de diarios, manifiestos, proclamas y hojas sueltas, y que a ella y a otras cuantas que pronunciaron vivas subversivos y cantaron canciones alusivas a la Unión del Norte las suspendieran, como suele decirse, de empleo y sueldo.

Palabra del Dia

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