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Actualizado: 13 de octubre de 2025


Y la miraba sonriente como si quisiera descubrir un pensamiento de vanidad en aquella frente pura y cándida. ¡Oh! prefiero el viejo claustro y tu amor repuso ella; y como se aproximase a él, su pie tropezó con una piedra verdusca . ¿Qué es eso, amor mío? preguntó el gitano. ¡Una tumba! dijo la joven deteniendo al gitano para que no pisase aquella tierra sagrada, y persignándose.

Cuando subía la escalera de su casa, se iniciaba en la conciencia de la joven una reprobación clara de lo que había hecho. «...Hubiera sido mucho mejor pensó deteniendo el paso y tardando un minuto de escalón a escalón , decirle aquello de yo soy Fortunata, con calma, reparando bien qué cara ponía ella al oírlo, y luego quedarme tan fresca, esperando a ver por qué registro salía, o echarle tres o cuatro chinitas, diciéndole que yo también soy honrada, claro, y que su marido es un tunante... a ver por dónde la tomaba».

Yo conozco muy bien las calles, porque antes venia yo todos los días a vender leche. Le seguí sin oir lo que el mancebo decía. ¡Cómo resonaba en la calle desierta el paso de las cabalgaduras! Aquí! exclamó Mauricio, deteniendo el caballo. No es aquí.... , señor. El zaguán estaba abierto. Por una de las ventanas salía un torrente de luz. Lo comprendí todo.

En el paroxismo de su ira oyó Andrés el nombre de Carmencita. ¿No sabes? le decía su hermana, serena en medio de aquella borrasca : «la dejó plantada». El bárbaro mozo se calmó de repente, deteniendo el trueno de su voz ante la imagen seductora de la niña. ¿Dónde está? preguntó ansioso. No ; ahí, por algún rincón; está muy triste. Quiero verla rugió el monstruo.

Pues te voy a pagar el piropo con un gran consejo repuso Sagrario, deteniendo a su amiga, que ya había echado a andar : no te cases con Pepe Guzmán, aunque, por milagro de Dios, lo pretenda él; pero si don Mauricio el Solemne, pide tu mano, acéptale. Aquella noche durmió Verónica bastante mal, porque le dio mucho en que entretenerse el recuerdo de su conversación con Sagrario.

A las pocas más vueltas que dimos acerté a ver a las monjas, a quienes acababa de dejar el padre Talavera, y me despedí para acercarme a ellas. Vaya usted con Dios me dijo con un acento donde creí advertir cierta burla. Al mismo tiempo observé que se fijaba descaradamente, deteniendo el paso para ello, en la hermana San Sulpicio.

Palabra del Dia

aprietes

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