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Actualizado: 19 de julio de 2025
Media hora después Frígilis tomaba el desquite matando un soberbio pato marino. Quintanar, por gusto, mató un cuervo que no recogió. Cazaron hasta las doce, hora de comer sus fiambres. Los perros de Frígilis se aburrían. Aquella caza en que ellos representaban un papel secundario, les parecía una vergüenza; bostezaban y obedecían mal a la voz del amo.
Que aquella mujer, á la que había tratado como una esclava, tomase contra el un desquite terrible, si la ocasión se presentaba, estaba muy en el orden.
Podeley jamás había dejado de cumplir nada, única altanería que se permite ante su patrón un mensú de talla. ¡No me importa que hayas dejado o no de cumplir! replicó el mayordomo. ¡Pagá tu cuenta primero, y después veremos! Esta injusticia para con él creó lógica y velozmente el deseo de desquite.
¿Se puede saber qué es lo que hallas gracioso en este paso? Es gracioso el suponer que la condesa había de sufrir toda la vida sin buscar el desquite. D. Carlos quedó un instante silencioso. Al cabo dijo alzando los hombros: Está bien. Que lo busque. Pero al final de esos desquites es fácil tropezar con una bala. Guardaron ambos silencio obstinado mucho tiempo.
Quiso hacerlo el ama de llaves; pero Fortunata estuvo más lista. La otra tomó su desquite, arrojando una observación de autoridad displicente a la cara de la entrometida. «Eso es, dele el cloral en vez del jarabe, y la hacemos...». «¿Pero no es esta la medicina?». Esa es, sí... pero podía usted haberse equivocado. Para eso estoy yo aquí.
Luego añadió, con un deseo de tomar el desquite: Pero los guerreros masculinos están mandados por oficiales hembras, sin duda para mantener los privilegios del sexo. ¿No temen ustedes que esos atletas brutales falten al respeto á sus jefes y atenten contra ellos? El profesor Flimnap se ruborizó y dijo con apresuramiento: No tema eso, gentleman.
Yo me desquité, hablando, hasta que el buque marchó, con los españoles que vinieron á bordo en sus pequeñas lanchas cargadas de naranjas, manzanas, ciruelas y otros deliciosos frutos.
Después de un corto silencio, habló el conde: Curita es menester que me dé Vd. el desquite. No veo la necesidad. ¡Me parece que entre caballeros!... Por esa regla el juego no tiene término observó D. Luis . Por esa regla, lo mejor sería ahorrarse el trabajo de jugar. Déme Vd. el desquite replicó el conde, sin atender a razones. Sea dijo D. Luis . Quiero ser generoso.
El desquite de los pobres estaba próximo, y la ciudad blanca y risueña, la ciudad de los ricos, con sus bodegas y sus millones, iba a arder, iluminando la noche con el esplendor de su ruina. Se agrupaban los recién llegados a un lado del comino, en la llanura cubierta de matorrales.
Después de comer reanudamos la partida, que fue prolongándose y prolongándose hasta las diez de la mañana del día siguiente... Yo quería seguir jugando aún; pero mis compañeros se rehusaron porque se caían de sueño, y me prometieron el desquite para cuando lo pidiese... Porque yo perdía... ¿Cuánto?
Palabra del Dia
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