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Actualizado: 20 de mayo de 2025


Pirovani también estaba en su despacho, á la misma hora pluma en mano y con los ojos vagorosos, como si contemplase interiormente una visión ideal.

Cuando entré esta mañana en su despacho estaba con los brazos apoyados en la mesa y el rostro oculto entre ellos. Creyendo yo que le había sorprendido durmiendo sentía amenguarse mi pasada humillación y veía al doctor depender como todos de su condición humana, cuando me cuenta de que me había engañado, porque al oír mis pasos alzó la cabeza y volvió hacia su rostro bañado en llanto.

De mañana, antes de madrugada, se despachó al Capitan Lican con 10 indios, para que fuese esplorando el campo por la banda del E, por cuanto Caullamantú llevó el órden de internarse al S hasta dar con el Quequen. Aquí se hizo la noche. Dia 11.

Pues iremos juntas, porque yo tengo que ir a la calle de Zurita a echarle un réspice a mi herrero, y no hará usted nada demás si me acompaña un poco. Pronto despacho, y la dejaré a usted en la puerta de su casa. Aceptada con sumo agrado la proposición, anduvieron juntas el torcido y desigual camino que separa la vertiente de la Arganzuela del barranco de Lavapiés.

Cuando desmenuzando con la reflexión todas aquellas verosimilitudes y conjeturas cayó en la cuenta de que la suerte de Cristeta le preocupaba, y que además le entristecía la posibilidad de su perdición, experimentó una emoción indefinible. En el reloj del despacho sonaron las ocho de la mañana.

Y habiéndonos despedido, caminamos rio abajo el rumbo del S, y á las seis leguas, poco mas ó menos que caminamos, vimos la toldería que el Cacique Lincon habia avanzado á los Teguelches el año pasado, y caminando tres leguas mas adelante, hicimos alto. Esta tarde se despachó una partida á esplorar el campo, y se tomó bastante caza. Dia 3.

Borróse súbito de su noble faz pseudomarítima la temerosa expresión que la obscurecía, y apareció de nuevo aquella otra distraída, signo de constantes meditaciones. Gonzalo, si no te molesta, te rogaría que pasases conmigo al despacho manifestó dirigiéndose a su futuro yerno. Este, que durante la anterior escena había empalidecido y vuelto a su ser varias veces, tornó a desconcertarse.

A media tarde, luego de haber almorzado en la estancia de Rojas, volvió Moreno á la Presa y echó pie á tierra frente á la antigua casa de Pirovani. Torrebianca se paseaba por la habitación que le servía de despacho. Iba vestido de luto y su aspecto era aún más triste y desalentado que en los días anteriores.

El despacho tenía el mismo aspecto de sobriedad y robustez de su dueño. Todas las maderas eran de un rojo obscuro, con ese brillo sólido y discreto que sólo se encuentra en las cámaras de los grandes buques. Aresti resumía la impresión en pocas palabras; «Allí todo olía á inglés.... Hasta el traje del amo».

Sabían que su voz era la del Sinaí, que por su boca hablaban los profetas del oficialismo, porque era compadre y socio en primer grado del ministro Eneene, de aquella encanijada personilla que había subido a la poltrona ministerial a gatas, y convertido el despacho en pulpería; forzosamente, tenía que saber algo, que conocer el pensamiento luminoso y la fórmula salvadora de los pastores del asustado rebaño: el lobo estaba ahí y la hora del banquete iba a sonar.

Palabra del Dia

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