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Actualizado: 22 de junio de 2025
28 Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos varones, Eliab se encendió en ira contra David, y dijo: ¿Para qué has descendido acá? ¿Y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido. 29 Y David respondió: ¿Qué he hecho yo ahora? Estas, ¿no son palabras?
51 por cuanto prevaricasteis contra mí en medio de los hijos de Israel en las aguas de Meriba de Cades, en el desierto de Zin; porque no me santificasteis en medio de los hijos de Israel. 2 Y dijo: el SE
12 Entonces llegaron sus discípulos, y tomaron el cuerpo, y lo enterraron; y fueron, y dieron las nuevas a Jesús. 15 Y cuando fue la tarde del día, se llegaron a él sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y el tiempo es ya pasado; despide la multitud, para que se vayan por las aldeas, y compren para sí de comer. 16 Mas Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer.
Y por el monótono desierto de la vida, allá fué marchando la lenta caravana de mis melancolías. Un domingo de Agosto, de mañana, dormitaba en la cama, en mangas de camisa, con el cigarro apagado entre los labios, cuando la puerta se abrió suavemente y entreabriendo los párpados adormilados, ví inclinarse a mi lado una calva respetuosa.
Ambos, con paso rápido y resuelta actitud, se dirigieron hacia él. Lleno de terror, huyó precipitadamente. Corrió a través de la niebla enloquecido, jadeante, atropellando a los transeúntes, tropezando con los faroles, los caballos, los coches. Se detuvo en una ancha avenida, que le costó mucho trabajo reconocer. Todo se hallaba alrededor desierto y silencioso. Caía una menuda lluvia.
Contribuyó á su fábrica el rey D. Fernando IV. Desierto desde el año 1527 por haber ido faltando los Cistercienses que lo poblaban, fué cedido en 1530 á los padres Dominicos del monasterio de Scala Coeli, los cuales lo reedificaron. El rey Felipe II, noticioso de que su iglesia amenazaba ruina, dió una copiosa limosna para restaurarla. Eran sus patronos los condes de Torres-Cabrera.
Cuando acabó de leer estaba pálido, y la vaga y temerosa mirada que arrojó en torno expresaba la desconfianza, el temor que hace creer a todo criminal, aun en medio de un desierto, que le miran y le acechan ojos escrutadores.
No estás solo en este desierto: te rodean todos los héroes de Ariosto, y podrías elevarte a las nubes con el poeta, si es que el frío, que penetra hasta los tuétanos, no te obliga a bajar a la tierra.
Desde que se llega á Madrid se comprende que allí reina con todo su poder y su abandono una autoridad que no emana del pueblo. La vasta ciudad, hermosa en su conjunto y en algunos de sus edificios, hace un extraño contraste con sus cercanías: es un oásis de piedra en medio de un desierto.
Formaba todo esto un pequeño oasis, en medio de un desierto seco y uniforme, cerca de esa mar que se complace en el estrago y en la destrucción y que se detiene delante de un límite de arena.
Palabra del Dia
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