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Actualizado: 4 de septiembre de 2025
El guarda, para demostrar que no se cansaba tan pronto, alargó el paso y continuó con tanta rapidez, que la viuda apenas podía seguirlo, aunque aquella rapidez secundaba sus deseos.
Pero no dudo que entre estos caballeros míos los habrá dispuestos á complacer al campeón de Francia. Y cuanto al trofeo, dijo el barón de Morel, seguro estoy de interpretar los deseos de estos señores al declarar que le será entregado, á pesar de su tardanza, si logra ganarlo en buena lid.
Por allí andaban damas y caballeros, no en facha de pastorcillos, ni al desgaire, ni en trenza y cabello, sino lo mismo que iban por las calles, con guantes, sombrilla, bastón. Echando, pues, de su alma aquellos vagos deseos de correr y columpiarse, pensó gravemente de este modo: «Para otra vez que venga, traeré yo también mis guantes y mi sombrilla».
"Faust reune en su caracter todas las debilidades de la humanidad: deseos de saber y fatigas del trabajo, necesidad del buen resultado y saciedad del placer. Es un perfecto modelo del ser variable y movible cuyos sentimientos son todavia mas efimeros que la corta vida de que se lamenta.
Ayer aún pude subir solo a la cubierta; hoy han tenido que empujarme escalera arriba unos amigos. Debo estar blanco como un papel, ¿verdad, señor?... No tengo fuerzas para andar, ni deseos de comer.
Todos los deseos del de Luzmela quedaron atados en su testamento, dentro de la rigidez del derecho legal, con sólida habilidad y previsión, y doña Rebeca hubo de someterse con aparente comedimiento a las disposiciones de su hermano y fingir que cobijaba a Carmen en regazo maternal.
Sobrinita díjome atrayéndome a sí, he llegado casi a desear que no se cumplan mis deseos. Le miré asombrada, porque tenía la firme convicción de que no habría visto nada. Contesele con mucha sangre fría, que ignoraba lo que quería decirme, que era muy feliz, y que hacía votos para que todos sus proyectos tuvieran éxito. Me abrazó con cariño y se retiró.
Con gran parsimonia y lucimiento, fué recorriendo las calles de Sevilla la alegoría del Piadoso Eneas de las Españas, sin que nada se opusiera á su esplendor, siendo todo del particular agrado de Felipe V, cosa que colmó en extremo los deseos de los alfayates, los cuales, con el fin de que su acto quedase inmortalizado, mandaron escribir y publicaron un folleto describiendo toda la fiesta, folleto que fué impreso el mismo año de 1729 por la viuda de don Francisco Leefdael, y en el cual se leían estas palabras al frente del soneto dedicatorio: Al muy alto y muy poderoso monarca, árbitro de dos mundos, á Felipe V, el animoso rey de las Españas, el gremio de sastrería de Sevilla humilde saluda y reverente obsequia.
Castro se atrevió á insinuar tímidamente la ineficacia de este sacrificio. El coronel añadió, con su competencia profesional, que le parecía un disparate; pero ella no estaba dispuesta á modificar sus deseos. Ponía en la suerte de la guerra un apasionamiento nervioso, una vehemencia igual á la que perturbaba sus relaciones amistosas.
Años ha que esta sed de amor supremo acude a mi alma y me excita a buscarle fuera de la vida que hoy vivo. Pero antes había un fuerte lazo que a esta vida me ligaba, y ahora está desatado. Lucía me abandonó para unirse con su esposo eterno. ¿Por qué no he de volar yo también a unirme con mi eterno esposo? Mil veces antes de ahora han surgido en mi alma pensamientos y deseos de muerte.
Palabra del Dia
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