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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Las madres se sonreían unas a otras sin conocerse arrastradas por las afinidades de sus hijas con una complicidad de compañeras de profesión, y acababan igualmente formando grupos, para hablar de los dolores y satisfacciones que proporciona la familia, de las brillantes cualidades de sus retoños, de los desengaños e ingratitudes que tal vez les reservaba el porvenir a las pobrecitas... como si las compadeciesen y envidiasen al mismo tiempo.
Juanito era feliz. Próximo al ocaso de su juventud, a los malditos treinta años de que hablaba Espronceda, en vez de tristes desengaños experimentaba la alegría de saber que en el mundo hay algo más grato que adorar a la mamá como un ídolo y plegarse a todos los caprichos de los hermanitos.
Para precaverse, leía con frecuencia los Desengaños, del Padre Arbiol.
No necesitaba el forastero tanto aparato para languidecer y enervarse, después de los desengaños padecidos hasta allí. Así es que, á la vista del cuadro que se le presentaba, no tenía otro deleite que pensar en su vuelta á la corte.
Creen que esas imaginaciones son poesía.... ¡Ah! ellos no saben que la poesía es una de las cosas que más arrastran á la humanidad, uno de los poderes más formidables de la vida, especialmente cuando todavía hemos vivido poco, cuando la hiel de los desengaños no ha acibarado nuestro corazon, cuando nos encontramos en la poesía del que sueña, porque todavía no comprende.
Váyase vuesa merced, señor don Quijote, que no volverá en sí esta pobre niña en tanto que vuesa merced aquí estuviere. A lo que respondió don Quijote: -Haga vuesa merced, señora, que se me ponga un laúd esta noche en mi aposento, que yo consolaré lo mejor que pudiere a esta lastimada doncella; que en los principios amorosos los desengaños prestos suelen ser remedios calificados.
Algunos caballeros estaban disfrazados: había uno vestido de fraile haciendo oración entre las malezas de una sierra, con su calavera y todo al lado. Me dijeron que era un muchacho de la nobleza que había renunciado al mundo por desengaños de amor. Bien se le conocía al pobre, a pesar de su vestimenta eremítica, que había tirado muchos tiros al pichón.
No pongo yo duda en eso -respondió el barbero-, pero no me maravillo tanto de la locura del caballero como de la simplicidad del escudero, que tan creído tiene aquello de la ínsula, que creo que no se lo sacarán del casco cuantos desengaños pueden imaginarse.
Para evitar el medio engaño en que le tenía, hubiera sido menester hacerle infeliz con revelaciones feroces y con el más amargo de los desengaños.
Hablando de esto, Feijoo y Rubín achacaban la relajación de los caracteres a los desengaños. «Yo decía Feijoo , soy progresista desengañado, y usted tradicionalista arrepentido. Tenemos algo de común: el creer que todo esto es una comedia y que sólo se trata de saber a quién le toca mamar y a quién no». ii Don Evaristo González Feijoo merece algo más que una mención en este relato.
Palabra del Dia
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