United States or China ? Vote for the TOP Country of the Week !


Deja que el sol ardiendo las lluvias evapore Y al cielo tornen puras con mi clamor en pos, Deja que un sér amigo mi fin temprano llore Y en las serenas tardes cuando por mi alguien ore Ora tambien, oh Patria, por mi descanso á Dios!

Hoy voy a beber mucho me dijo el inglés . Si Dios no hubiese hecho a Jerez, ¡cuán imperfecta sería su obra! ¿En qué día lo hizo? Yo creo que debió de ser en el sétimo, antes del descanso, pues ¿cómo había de descansar tranquilo si antes no rematara su obra? Así debió de ser.

Dada la voz de descanso, registramos los hallazgos, encontrándonos con una riquísima colección para el estudio de las ciencias antropológicas .

La vista interior del teatro de la Grande Opera, está muy distante de llenar la ilusion de que el extranjero se deja ganar al subir la escalera, al atravesar los pasillos, y al prolongar una ojeada casi respetuosa á lo largo de la brillante sala de descanso. La gran elevacion del teatro le comunica cierto aire solemne, pero sombrío, patético. Parece más teatro de tragedia que de canto y de baile.

Las madres desplegaban un celo escrupuloso en separar durante las horas de descanso a las que en las de trabajo propendían a juntarse, obedeciendo las naturales atracciones de la simpatía y de la congenialidad.

Otro papel apareció diciendo: «Se recomienda a la enferma que ayude a su patrona en cosas de la casa para que se vaya instruyendo, y que en las horas de descanso se un atracón de lectura. Le recomiendo el Bertoldo, el Año cristiano o las Páginas de la Infancia. Adiéstrese en contar para que se familiarice con las cantidades.

Así llegó el sol á la mitad de su carrera, y el afán de los hombres al descanso del mediodía.

Al lado de él, como si la afinidad de gustos les impusiese este contacto, se sentaban los tres comerciantes españoles. Más allá, el conferencista italiano levantó la cabeza y descansó un libro en las rodillas para saludar a Ojeda. Cerca del fumadero, la madre de Nélida pareció acariciarle con sus ojos de brasa y el padre le gratificó con una sonrisa protectora.

Don Fermín escribía a la luz tenue y blanca del crepúsculo; la mañana estaba fresca; de vez en cuando, por vía de descanso, De Pas se entretenía en soplarse los dedos. Meditaba. Tenía los pies envueltos en un mantón viejo de su madre.

Maxi se echó en su cama; su mujer le arropó bien, y cerrando las maderas, fue a la cocina a hacer un . Allí tropezó con doña Lupe, que le dijo: «Primero es el café. Ya lo están esperando. Ayúdame, y luego harás el para tu marido. Lo que él necesita más es descanso». La sobremesa fue larga.