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Actualizado: 3 de julio de 2025
Aquel Fidel, feroz corredor de conejos y de ánades, hacía ya largo tiempo que estaba jubilado. Su ama al casarse le había traído del Sotillo concediéndole un honroso descanso, al cual ya tenía derecho por sus dilatados servicios.
Sombra, le preguntó ¿dónde podría estar esa tierra del Eldorado? «Más allá de las montañas de la Luna, en el fondo del valle de las sombras; cabalgad, cabalgad sin descanso respondió la sombra, si buscáis el Eldorado....».
Yo, señor de Tragomer, si uno de mis hermanos hubiera sido víctima de una maquinación semejante, no hubiera tenido ni un instante de descanso hasta hacer proclamar su inocencia; hubiera gastado para ello mis fuerzas, mi inteligencia y mi fortuna, pero no hubiera dejado al inocente en presidio aunque tuviera que arrancarle de él á la fuerza con una cuadrilla de filibusteros...
Cediendo al cansancio empezó á dormitar; mas no durmió con ese sueño que da reposo al cuerpo y al espíritu, porque su excitación le impedía un descanso profundo. Dormía con el letargo doloroso ó indeciso que representa todas las visiones de la vigilia anterior de un modo incoherente y monstruoso. En su sueño creía escuchar lamentos que resonaban en las bóvedas de la Cárcel.
Ahora que me hace acordar: me dijo la señora, don Melchor, que le dijera que la niña Clota los acompañó sin descanso en los días que el señor estaba peor. Pero... ¿qué ha estado mal el viejo? le preguntó Melchor. Sí, señor... al principio no estuvo muy bien, ¿no le decía?... pero ya va mejor.
Desde luego. La energía es conveniente hasta cierto límite. Pasando de él, muy expuesta, sobre todo cuando los sables tienen punta. Si se las cortasen, todavía redoblando los ataques sin descanso se puede hacer algo. Por lo menos, es posible aturdir al contrario. Pero cuando la llevan hay que andarse con ojo.
Al despertar, su decaimiento era tan grande como si acabara de ganar treinta batallas y de recorrer a caballo sin descanso toda Navarra. Ardiente fiebre le consumía, y la inercia de la mitad de su cuerpo era casi absoluta. Salvador tenía ya dispuesto todo lo necesario para llevárselo.
Todo lo más que yo puedo hacer respondió , es evitarle sufrimientos en sus últimos días. ¡Pobre pequeña! Figúrese usted, querido doctor, que tose todas las noches hasta despertarme. Debe sufrir horriblemente, aunque trate de ocultarlo. Si no hay ninguna esperanza, su última hora será la del descanso.
En los días de descanso, el maestro, libre de las excitaciones del peligro y de la gloria, volvía su recuerdo a Sevilla. De tarde en tarde llegaba para él alguna de aquellas cartitas breves y perfumadas felicitándole por sus triunfos. ¡Ay, si tuviese con él a doña Sol!...
No habrá tranquilidad en el mundo, ni equilibrio inestable en la sociedad, mientras los hombres, condenados en número infinito á la miseria, no tengan todos, después de la diaria tarea, un momento de descanso para regenerar el vigor y mantenerse así con la dignidad de seres libres y pensantes.
Palabra del Dia
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