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Allí fue a moverle con furia, el espíritu, la noticia del levantamiento del 24 de febrero, la noticia de que ya en su tierra se peleaba, cumpliendo órdenes suyas, por el decoro y la libertad. Esto lo animó y desesperó más. Después de ese momento ni el sueño ni el descanso le hicieron falta: vivía en una constante actividad.

En esto, la mar nos fué atracando el uno al otro; y ya estábamos al habla, cuando la suerte le puso un remo delante. Agarróse á él y descansó una miaja.

Cogió de un canastillo una orquídea blanca con manchas rojas y dijo presentándosela á Jacobo: Guárdala en memoria mía. Esta flor es como mi alma; ensangrentada y, sin embargo, pura... Lea, dijo Jacobo asustado, pide un momento de descanso; no estás en posesión de ti misma... ¡! Jamás he estado más segura de mi... Es el acto de la muerte, Jacobo; verás qué bien le canto... Anda, vete á verme.

Fernando, cansado de circular entre los grupos, que al encontrarse en sus vueltas se inmovilizaban obstruyendo el paso, se detuvo en la parte de proa, apoyándose en la barandilla. Sus ojos experimentaron la voluptuosidad del descanso al sumirse en el obscuro azul poblado de suaves luces.

Si algo pudo mitigar el dolor de Fernando, fue el testimonio de respeto que en aquella ocasión se apresuró a darle la espuma de la sociedad madrileña: más de doscientos coches particulares siguieron el entierro de la pobre Mercedes; S. M. mandó el coche de respeto con los lacayos enlutados; después se recogieron a la puerta más de seiscientas tarjetas de pésame, y a los funerales que por el eterno descanso de su alma se celebraron en San Isidro, acudió un sinnúmero de personas de calidad, y en representación de S. M., el mayordomo de Palacio.

Quizá con tanta impaciencia andaba mezclada buena parte de envidia. ¡Qué apetecible y deleitoso sueño; qué calma bienhechora! Era el suelto descanso de la mocedad, de la doncellez cándida, de la conciencia serena, del temperamento rico y feliz, de la salud.

Tal es la teoría de la cesura que divide el verso en dos partes de un movimiento uniforme ó acompasado, dando al oído un ligero descanso que rompa la monotonía, de lo que proviene que versos de un mismo número de sílabas difieran tan notablemente entre .

Los propósitos del Faro «al aparecer en el estadio de la prensa», eran principalmente defender, «alta la adarga y calada la visera», los intereses morales y materiales de Sarrió, combatir la ignorancia «en todas sus manifestaciones» y en las batallas ardientes de la prensa, luchar sin descanso por el triunfo de las reformas que el progreso de los tiempos exigía.

6 Demandad la paz de Jerusalén; sean pacificados los que te aman. 7 Haya paz en tu antemuro, y descanso en tus palacios. 8 A causa de mis hermanos y mis compañeros hablaré ahora paz de ti. 9 A causa de la Casa del SE

Ya había subido el sol gran trecho del cielo, ya calentaba la mañana con tibias caricias de un Abril de Vetusta; en la casa creían postrada o dormida a la Regenta y no abrían las maderas del balcón, ni interrumpían el descanso de la enferma.