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Actualizado: 2 de julio de 2025
No concebiríamos la posibilidad pura, esto es la posibilidad sin existencia, si no concibiésemos seres finitos, en cuya idea no está envuelto el ser por necesidad, y cuya aparicion y desaparicion estamos experimentando continuamente. De lo posible puro, en cuanto no es, solo hay ciencia condicional; es decir, si el objeto pasa de la posibilidad á la realidad.
En último caso, aprovechando la marea baja, podía ir avanzando por las rocas, nadar hasta la gruta del Izarra, y salir, como en la infancia salimos Recalde y yo; pero el viaje era peligroso, y, además, no me hacía ninguna gracia la perspectiva de entrar solo en aquel agujero. Lo mejor era tener paciencia. Mi madre habría dado parte de mi desaparición.
Si se nos pregunta qué seria de esta verdad en caso de que nosotros no existiéramos, responderemos sin vacilar que la verdad seria la misma, que no adquiere nada con nuestra existencia, ni perderia nada con nuestra desaparicion. Si creyésemos que esta verdad depende en algun modo de nosotros, dejaria de ser lo que es, no fuera una verdad necesaria, sino contingente.
Esta bandera no engañaba á nadie. Sus enemigos conocían el buque, buscándolo con más empeño que si procediese de las marinas aliadas. En su mismo país, muchas gentes que simpatizaban con los Imperios germánicos celebrarían alegremente la desaparición del Mare nostrum y su capitán. La muerte de Freya había influido en su ánimo más de lo que él se imaginaba.
Y es tan pernicioso para ellos el movimiento, que si España no logra pararle, los llevará al suicidio colectivo, ó á gemir bajo el yugo de un presidente ó de un emperador negro ó á la desaparición en la isla, de su lengua y de su casta, cuando toda, si triunfan, sea yankee, dentro de poco. A fin de impedirlo, sacrifica hoy España sus hombres y su dinero.
A él, que ejercía tantos oficios, le habrían echado de menos en muchos puntos. Se le figuraba que, como no había pedido licencia a nadie, y como su inusitada desaparición carecía de causa confesada por él, todos sus compatricios se esforzarían por hallar esta causa y acabarían por suponerla un acto de desesperación o de despecho.
Su astucia estaba habituada á burlar persecuciones, y sin que Ferragut pudiera darse cuenta de cómo fué su desaparición, se escabulló entre los grupos cerca de la plaza de Cataluña. «No iré», fué lo primero que se dijo Ulises al quedar solo. Sabía lo que significaba esta invitación.
Y si le hacían el favor de soltarla al día siguiente, ¿con qué razones, con qué mentiras explicaría su larga ausencia, su desaparición súbita? ¿Qué podía decir, ni qué invento sacar de su fecunda imaginación? Nada, nada: lo mejor sería desechar todo embuste, revelando el secreto de su mendicidad, nada vergonzosa por cierto.
Hizo bien el duque en esperar á quedarse solo para leer aquella carta; nuestros lectores adivinarán su contenido. En ella, á vueltas de pesadas reflexiones, participaba la duquesa á Lerma lo que la había acontecido con el rey y la desaparición de la reina de su cuarto. El duque, leyendo esta carta, se puso sucesivamente pálido, lívido, verde. No comprendía bien aquello.
Al salir de su casa quedó perplejo viendo que el jinete había desaparecido. Corrió Cachafaz la tierra inmediata, así como los corrales, dando gritos, sin poder descubrir al «chasque». Finalmente, Rojas se encogió de hombros, y contento por la noticia, quiso explicarse esta desaparición. Don Roque, para darle el aviso con más prontitud, se lo había enviado con algún viandante que tenía que hacer un largo rodeo en su marcha y deseaba no perder tiempo.
Palabra del Dia
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