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Actualizado: 16 de julio de 2025
El efecto de mi presencia se notó desde luego en la guarnición de Zenda, cuyos oficiales y soldados desaparecieron de la población y sus cercanías para encerrarse en el castillo, donde reinaba la más perfecta vigilancia, como pudieron observarlo mis amigos en sus exploraciones. No veía medio practicable de socorrer al Rey y a la señora de Maubán. El Duque me retaba sin disimulo.
Aunque con dificultad, reconoció a Pachín y al hombre de la noche pasada, que esta vez advirtió bien que era el Duque. Las dos sombras desaparecieron al instante entre los árboles cercanos a la casa. Quedó petrificada. Una ola de indignación, que se formó en su pecho, subió a los labios y exclamó: ¡Qué infame! ¡qué infame!
Las casas de Villamar desaparecieron muy en breve a los ojos de Stein, quien no podía arrancarse de un sitio en que había vivido tan tranquilo y feliz. El duque, entre tanto, se tomaba el inútil trabajo de consolar a María, pintándole lisonjeros proyectos para el porvenir. ¡Stein no tenía ojos sino para contemplar las escenas de que se alejaba!
Teletusa que tenía a Morsamor de la mano, le dijo entonces con voz dulce y sumisa: Quedaos aquí, señor Morsamor, que pronto vendrá quien os alegre y se alegre de veros. Y dicho esto, sin que hubiese vagar para contestación o pregunta, desaparecieron Teletusa y Tiburcio con ella, dejando a Morsamor solo.
Lo que sí está fuera de duda es que con ella quería decir don Máximo dar a entender algo insignificante, baladí o de poco monto. Y basta con esto para que sepamos a qué atenernos sobre la opinión de la ciencia en lo referente a los males de doña Gertrudis. Después del nacimiento de Marta, las dolencias de doña Gertrudis no desaparecieron, sino que cambiaron de rumbo.
De aquellos innumerables pecados de otra edad compuse dos tomos. Les puse un título que determinaba el carácter un poco primaveral de la obra. Los encabecé con un prefacio ingenioso que debía, por lo menos, ponerlos a cubierto del ridículo y los publiqué sin firma. Aparecieron y desaparecieron. No esperaba más de ellos.
Por extraño que parezca, yo no podía creer que se ocuparían de esa pobre mujer, o de su hijo deforme y moribundo. Las vísperas terminaron. Las figuras obscuras que habían estado en oración, se levantaron, atravesaron el piso de mármol hasta la puerta y desaparecieron, mientras las luces eran rápidamente apagadas. La mujer, con su hijo agonizante, quedó perdida en medio de las tinieblas.
En lo alto, dos señoras cuchicheaban entre sí muy quedito, e interrumpiéndose bruscamente al ver subir a Currita, desaparecieron al punto, sin que la dama pudiera reconocerlas.
Mientras nosotros continuábamos jugando en el arroyo, nuestros compañeros desaparecieron en sus trajes encarnados con los botones numerados, y bien pronto los vimos alejarse marchando en línea con paso monótono por la polvorienta carretera.
De esta suerte ahogó el general al Príncipe tártaro. No bien murió, los genios desaparecieron, y los soldados del Rey Venturoso se rehicieron y reunieron a su jefe. Este esperó con ellos a los enviados que traían la carta del Kan de Tartaria, y que no se hicieron esperar mucho tiempo.
Palabra del Dia
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