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El sueño y la vigilia, la demencia y la cordura, son indiferentes para el testimonio de la conciencia; el error puede estar en el objeto mas en el fenómeno interno. El loco que cree contar numerosas talegas no las cuenta ciertamente, y en esto se engaña; pero tiene en su espíritu la conciencia de que lo hace, y en esto es infalible.

Mas no obstante de todo, fue reina de esta magnánima y poderosa nacion, hija de los grandes reyes católicos D. Fernando y Doña Isabel, y madre del noble y valiente emperador Cárlos V; de suerte que los pormenores de su vida privada, los motivos por qué le sobrevino su demencia, y el fundamento con que se la llama la Loca, no pueden menos de escitar la curiosidad, y con doble causa, porque puede uno mirarse en esta soberana, como en el triste espejo de los funestos resultados que las violentas pasiones llevadas al estremo tienen, siempre que no se modifican y reprimen con la razon.

No estando ciertos de algo nos es absolutamente imposible dar un solo paso en ninguna ciencia, ni tomar una resolucion cualquiera en los negocios de la vida. Un escéptico completo seria un demente, y con demencia llevada al mas alto grado; imposible le fuera toda comunicacion con sus semejantes, imposible toda serie ordenada de acciones externas, ni aun de pensamientos ó actos de la voluntad.

El de Pierrepont, en el asunto de su matrimonio, era por manera tan clara y evidente obedecer a su tía ciñéndose, a sus inspiraciones, que desconocerlo así habría sido demencia consumada, y como a aquél no se obscurecía esta circunstancia, la lucha que venía sosteniendo entre su pasión y su razón tomaba por estos días el más punzante y lúgubre aspecto.

Mis dos jóvenes seguían sentados en sus sillas, tal cómo yo los había dejado; pero sus miradas aparecían fundidas, por decirlo así, una en la otra, con una expresión de ardor, de demencia, de desesperación, que yo no habría creído humanamente posible: eran dos llamas que se lanzaban una al encuentro de la otra. ¡Lucido estaba yo! ¿no es cierto?

¡Cuánto orgullo hay en este bajo mundo! ¡Cuánta demencia! Me encuentro en casa de mi hija Cecilia, descansando de mis fatigas cotidianas; ella vive completamente dichosa; es adorada de todo el mundo por su dulce carácter, y se ve rodeada de hermosísimos hijos cuyo número aumenta cada año. Este pueblecito de Saint-Amour es delicioso.

A conquistar vastos reinos con algunos centenares de hombres. Esto es imposible; el aventurero ¿está demente? Dejadle, que su demencia es la demencia del heroismo y del genio; la imposibilidad se convertirá en suceso histórico. Apellidase Hernán Cortés; es español que acaudilla españoles. Imposibilidad de sentido comun impropiamente contenida en la imposibilidad moral.

Es lo más inofensivo que te puedes figurar. Siempre que va a casa de Joaquín, le pinchamos para que hable de la adúuultera. Su demencia es que su mujer se la pega con un grande de España. Fuera de eso, es razonable y muy veraz en cuanto habla. ¿De qué provendrá esto, Dios mío? Lo que dices, el no comer.

El ladron roba, el liviano se desmanda, el pendenciero riñe, cuando se presenta la oportunidad, estimulando la pasion; que si estuviesen abandonados de continuo á sus malas inclinaciones, serian verdaderos monstruos, su crímen degeneraria en demencia; y entónces el decoro y buen órden de la sociedad reclamarian imperiosamente que se los apartase del trato de sus semejantes.

¡Qué demencia! exclamó la abuela consternada. Esas son ilusiones románticas... La vida no es una novela... ¿Por qué no?... ¿Qué inconveniente verías en que la vida de dos en el matrimonio fuese una deliciosa novela?... Debe ser una de esas novelas cuya lectura puede permitir una madre a su hija... con tal de que esté bien escrita, entendámonos... Me gusta cuidar el estilo...