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Actualizado: 8 de junio de 2025
Yo soy espiritual, usted es linda; ahora sucede que soy yo, entre tantos otros, el llamado a desempeñar la importante función de hacerla reír a usted, yo que me deleito con la gracia amable de su sonrisa y el alegre encanto de todo su ser... Dígame, encantadora señora, ¿a quién prefiere usted, a mí o a este hermoso Martholl cuya plasticidad revoluciona a sus amigas?
No puedes figurarte cuánto me complací yo refiriendo y cuánto se deleitó D. Pepito oyéndome referir, a vista de las Canarias, todo lo que aconteció a Rinaldo en los jardines de Armida y el regalo, la elegancia y el cariño con que en ellos le recibió y le agasajó aquella voluptuosa maga. Con tales pláticas no es de maravillar que cada día fuese yo cobrando más afición a D. Pepito.
Ponte, lector, en situación análoga; haz memoria de si siendo colegial te enamoraste de una primita o de una amiga de tu hermana; recuerda luego si pasados los años de la juventud, y ya hecho hombre, tornaste a pisar los lugares donde, al conocerla, sentiste o creíste sentir amor; deja que en tu alma, tal vez vieja y gastada, reverdezca aquella primavera de tu mocedad; adórnala de reminiscencias dulcísimas, y entonces ¡sólo entonces! comprenderás cómo la fantasía de don Quintín se deleitó en recordar la que a él se le antojaba pasión avasalladora.
D. Gregorio algunos graciosos y queridísimos nietos, que fueran el hechizo y el consuelo de su cansada senectud. No acierto a encarecer cuánto se deleitó Rafaela al concebir este proyecto y el arte delicado y el impaciente afán con que trató de realizarle.
Después de una breve pausa, prosiguió así: Esta gente que me rodea tiene las mismas pasiones que las de allá arriba; pero no disimula nada. Es una ventaja. Prendas diversas les caracterizan, pero aquí todo es abrupto y primitivo como las rocas, donde no ha golpeado aún el martillo del hombre para labrar un camino. Los hay más crueles que Glocester, más mentirosos que Walpole, más orgullosos que Cromwell, más poetas que Shakespeare, y casi todos son ladrones. Yo me deleito con la salvaje manifestación de sus pasiones y me finjo ignorante de sus truhanerías. Aquel viejo que allí se ve haciendo cruces encima de la escudilla, me ha robado todos los doblones de oro que yo llevaba en mi bolsillo. Juntos pasábamos largas horas por las noches en la muralla.
Ya esa es harina de otro costal. Si el amor es como el que tiene el padre Anselmo a su breviario, como el que tiene doña Inés a sus libros devotos o como el que tiene usted a las leyes o a los reglamentos que estudia, mi amor es evidente y yo quiero a usted como ustedes quieren esos libros. No menos que ustedes se deleitan en leerlos, me deleito yo en oír a usted cuando habla.
22 Porque con el hombre interior, me deleito con la ley de Dios; 23 mas veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. 24 ¡Miserable hombre de mí! ¿Quién me librará del cuerpo de esta muerte? Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, pero con la carne a la ley del pecado.
Palabra del Dia
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