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Actualizado: 7 de junio de 2025
A los dos años vivía en la ciudad como un personaje y afirmaba riendo que «no se dejaría colgar» por ochenta mil duros. Después, siempre hacia arriba, su fortuna llegó a una altura loca. Las gentes, asombradas, se decían al oído con cierto respeto supersticioso los miles de duros que ganaba en limpio al final de cada campaña.
Don Víctor sintió que el ánimo aflojaba, no por amor a la vida propia, que no creía en gran peligro ante don Álvaro, sino por miedo a los remordimientos. Cuando supo lo de las pistolas, resolvió no matar a su contrario. «Le dejaría cojo. Tiraría a las piernas. El otro no era probable que le hiriese a él tirando a veinte pasos; tendría que ser por una casualidad».
Quería ser como de niño; que su madre se encargase de todo, él se dejaría llevar sin resistencia ni movimiento por la corriente de su destino. Pero esta resignación se rasgaba a veces con arranques de protesta, con palpitaciones violentas de pasión. Comenzaban a florecer los naranjos. La primavera hacía densa la atmósfera.
Esta última observacion merece algunas aclaraciones. Nuestro espíritu posee innumerables gérmenes, pero es preciso que una causa externa los desarrolle. Un hombre enteramente solo desde su niñez, ¿qué seria? poco mas que un bruto: la piedra preciosa estaria cubierta con tierra grosera, que no la dejaria brillar.
Herminia se dejaría morir de hambre, se ahorcaría con sus cabellos, se arrojaría por la ventana, alborotaría todo el barrio, mejor que seguir por segunda vez á la señorita Guichard. El negocio está perdido, absolutamente perdido. Clementina está derrotada en toda la línea ... ¡Falta saber cómo tomará la cosa!
-Yo no estoy preñado de nadie -respondió Sancho-, ni soy hombre que me dejaría empreñar, del rey que fuese; y, aunque pobre, soy cristiano viejo, y no debo nada a nadie; y si ínsulas deseo, otros desean otras cosas peores; y cada uno es hijo de sus obras; y, debajo de ser hombre, puedo venir a ser papa, cuanto más gobernador de una ínsula, y más pudiendo ganar tantas mi señor que le falte a quien dallas.
Yo dejaría entonces á otro el orgullo de quererte y hacerte feliz; pero esto no es posible. Tu situación es tan desesperada, que quiero salvarte á pasar tuyo, arrostrando hasta tu ingratitud, que es lo que más temo. Si me ves aquí, es porque nadie existe en esta casa que pueda ampararte. Bien: yo lo agradezco, señor caballero; pero déjeme usted. ¡Ay! Si Lázaro sabe que ha estado usted aquí....
Hoy, gracias a los caprichos de la moda, no causa novedad el ver hombres con la barba entera, a la manera inmemorial de los pueblos de Oriente; pero aún no dejaría de sorprender por eso la vista de un pueblo que habla español y lleva y ha llevado siempre la barba completa, cayendo muchas veces hasta el pecho; un pueblo de aspecto triste, taciturno, grave y taimado, árabe, que cabalga en burros y viste a veces de cueros de cabra, como el ermitaño de Enggady.
¡Dios mío, del hospicio!... Era horrible pensarlo. ¡Y ella que adoraba á aquellos padres!... ¡Y ella que era tan orgullosa!... ¿Qué diría Nolo cuando llegase á saberlo? Por supuesto la dejaría, porque un mozo tan galán y tan rico no podía en ley de Dios casarse con una pobrecita hospiciana... Aquí los sollozos ahogaron á la cándida doncella.
Hay tal pasion por el lujo que el andaluz dejaría de comer tres dias por ahorrar el valor de sus lucientes botonaduras de plata, puestas en dobles filas en los bordes anteriores de su chaqueta de paño, azul ó negra y llena de adornos de lo mas cuco.
Palabra del Dia
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