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Actualizado: 19 de junio de 2025


En fin, el señor L'Ambert, accediendo a los deseos de sus testigos, estaba dispuesto a declarar, en presencia de Ayvaz-Bey, que lamentaba muy de veras el haberle causado daño de una manera completamente involuntaria. Este razonamiento, tan justo de por , acrecentó la autoridad, por todos reconocida, del orador.

Al cual pueblo llamaban los moradores dél desde su antigüedad Cozco; y lo que quiere decir este nombre Cozco no lo saben declarar, mas de decir que ansí se nombraba antiguamente.

No sabíamos si este cutter estaba avisado por el otro buque que nos había dado caza anteriormente, pero pronto no nos cupo duda al ver al crucero grande acercarse a nosotros. La serenidad del capitán no se desmintió en aquel instante. A medida que avanzábamos hacia los dos barcos ingleses, fué diciéndonos lo que nos convenía declarar y lo que teníamos que ocultar en beneficio común.

Formó allí una banda de facinerosos, para la cual quiso el Demonio señalarme, y salíamos a descubrir enterrados, que llaman, y huacas antiguas, y minas ocultas; y todo lo alcanzábamos a fuerza de cuerda y de hierro. Prendíamos a los caciques y les dábamos tormento, e si no querían declarar, nos íbamos sobre sus chozas y nos hartábamos de sangre. ¡Ah!, no hubo saña como la nuestra.

En casa dicen misa en un rico oratorio, y yo en todo este tiempo no he visto que el sol del cielo de día, y la luna y las estrellas de noche, ni qué son calles, plazas, ni templos, ni aun hombres, fuera de mi padre y de un hermano mío, y de Pedro Pérez el arrendador, que, por entrar de ordinario en mi casa, se me antojó decir que era mi padre, por no declarar el mío.

Importa declarar, en honor de doña Beatriz, que al trazar en su imaginación el proceso ascendente de uno y otro plan de ventura, ora valiéndose de don Braulio, ora de Inesita, jamás se le ocurría poner en la composición de su cuadro el menor toque pecaminoso. Nada de fullerías. Doña Beatriz quería jugar limpio.

Estoy tan escamado con los críticos profundos que no atino a resolver y declarar si el marqués era tonto o discreto. En Madrid había sido el marqués el encanto de la sociedad, y había pasado por la discreción en persona. Y, sin embargo, el marqués se había quedado pobre.

Hallábanle distraído sus compañeros. El se disculpaba, sin declarar el verdadero motivo de su distracción. Entre tanto, ni en las calles, ni en los Jardines de noche, ni en parte alguna, volvió el Conde a ver a las dos beldades, por más que las buscaba. Y eso que tenía vista de lince y siempre iba con cuidado para que si pasaban cerca de él no se le escapasen.

En este sentido, sin salvedad ninguna y con toda el alma, es menester declarar que son altamente beneméritos de la patria y de la cultura castiza, Gallardo, Estébanez Calderón, Gayangos, Durán, Barrera y Leirado, Sancho Rayón, Zarco del Valle, Valmar, Cañete, los dos Fernández-Guerra y algunos otros.

Desde Ilo-Ilo hubiera escrito a su madre y ésta no hubiese tenido inconveniente en declarar que su hijo vivía. Encontrándose en presidio, se comprendía que mi orgullosa abuela prefiriese darle por muerto. Con un viaje muy malo, después de siete meses de navegación con temporales y borrascas, llegamos a Cádiz. Llevaba cinco años de mar. Tenía veintiocho. Estaba cansado.

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