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Mientras que aquí es... Una maldición terminé, un poco pensativa. Cómo huele esta carta a decadencia... El retoño de una raza fuerte, no escribiría una carta semejante. El espíritu caballeresco, Magdalena, está muy enfermo respondió la de Ribert. En ninguna de estas cartas se encuentra la más pequeña huella de él.

¡Oh calor de la siesta filipina, calor de corazón, calor de fragua, en que hierve en la copa cristalina, con temblores estuosos, hasta el agua! Una suave molicie que alucina irrumpe en nuestra carne, y la cabeza, como agobiada de sopor, se inclina florecida de rosas de pereza. Hay como una decadencia en las pupilas húmedas de pasión; y mientras fiera la luz solar sobre las cosas arde,

Así, pues, vuelvo a sostener que el progreso de nuestro planeta es parcial y transitorio, está compensado por la decadencia o fin de otros mundos, y está limitado en el tiempo, aunque se dilate centenares de miles de años, y en el espacio, aunque abarque todo el sistema solar a que pertenecemos, y hasta un grupo completo de soles, de que nuestro sol sea mínima parte.

La guerra, la tiranía, el egoismo dinástico y todas las consecuencias de la union artificial en que se hallaron España, el Imperio germánico y los Países-Bajos, hubieron de apresurar la decadencia.

No puede haber sofisma mas falaz, porque siendo clarísimas las causas de la decadencia del Imperio de Roma, y no habiéndolas disimulado algunos de sus historiadores, era necedad buscar por causa de aquellas calamidades á la Religion Christiana.

El centro ó foco de la acción lo constituye la milagrosa imagen de la Virgen en su nacimiento, decadencia y restauración, dependiendo la unidad del argumento de este centro, al que se refieren todas las demás escenas. La cisma de Ingalaterra . El plan de esta tragedia coincide en muchos puntos con la de Enrique VIII, de Shakespeare.

Esta Iglesia, continuada desde el principio del mundo hasta nuestros dias, sin interrupcion, con una misma creencia, reconociendo un mismo Reparador del género humano, un mismo Mesías libertador de su Pueblo, mirándolo en la Ley antigua como prometido y venidero: adorándolo en la Ley nueva como el Autor de la salud y Redentor, en quien se han cumplido todas las promesas y vaticinios, es un cuerpo sin igual en todo el Orbe; cuyo nacimiento, continuacion, perpetuidad, duracion, verdad, y permanencia, propuestas y explicadas en las Escrituras del Viejo Testamento, y confirmadas en el Nuevo con tan relevantes pruebas de conexîon, enlace, orden y credibilidad, que no hacen mas certeza las de la Geometría, arguyen evidentemente un origen divino, una sabiduría infinita, y una mano sumamente poderosa que la sostiene. ¿Qué Nacion hay, ó Provincia, ó Reyno, que por grandes que hayan sido sus aumentos, no haya venido á la decadencia? ¿Qué Gobierno, República, ó Monarquía podrá señalar y probar origen tan antiguo con unas mismas leyes, creencia, y costumbres en lo substancial?

La vejez robusta y varonil de su esposo iba venciendo sus enfermedades dolorosas, pero no mortales, viéndose que el Cielo le reservaba para más largos días que a los demás miembros de la familia, alcanzando en efecto, sin decadencia de corazón ni de espíritu, hasta la edad de noventa años.

Lo único que entristecía al jardinero era contemplar la decadencia de su querida catedral. Las rentas del arzobispado y las del cabildo habían sufrido gran merma con la guerra. Había ocurrido lo que en las inundaciones, que, al retirarse, arrastran árboles y casas, dejando el terreno yermo y desabitado.

Como si la maternidad aguzase su razón, la muchacha preguntábase si Isidro era tan grande como ella le había creído, si no faltaba algo esencial en aquel hombre sin voluntad para el trabajo, indeciso e inquieto, que en plena amenaza de miseria pasaba gran parte del día olvidado de su situación, charlando en el Ateneo y en los cafés del porvenir de la juventud, de la decadencia de «los viejos», de lo que debía ser el arte, anunciando a voces que pensaba escribir grandes cosas, pero sin fuerzas para coger la pluma, sin constancia para la labor.