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Actualizado: 25 de junio de 2025


En los comienzos del siglo XIX, era ya manifiesta y patente la decadencia del paseo cuyo aspecto era en verdad poco ameno y agradable, pues con gran detrimento del ornato, había abandonado su cuido el municipio.

No recuerdo haber dejado por allí una sola deuda de gratitud. ¿Qué me va ni qué me viene con la decadencia o con la prosperidad de esa patria, donde sólo tuve de balde, o sea sin ganarlo yo, el aire que respiré, y obscuridad y desprecio? Y sin embargo no acierto a ponderarte lo muy patriota que soy.

Sin embargo, ese lujo externo escénico á que aludimos, es un rasgo característico que separa la segunda mitad de la edad de oro del teatro español de la primera, y un síntoma, al mismo tiempo, que deja ya adivinar su próxima decadencia.

Por este motivo es no poco extraña la posición de Lope de Rueda, pues si es justo llamarle reformador del teatro español, teniendo en cuenta las causas, que contribuyeron á la decadencia del teatro en su tiempo, por otra parte es preciso confesar, que, si se le equipara á sus famosos predecesores, está á larga distancia de ellos.

No le presentaba una nota de embarque que no prorrumpiese en maldiciones contra la decadencia de los vinos de Jerez. no has alcanzado la buena época, Ferminillo continuó; por esto tomas las cosas con tanta pachorra.

La melancolía era el castigo impuesto por la Naturaleza a los déspotas de la decadencia occidental. Cuando un rey tenía cierta predisposición artística, como Fernando VI, en vez de gustar la alegría de vivir, moría de tristeza escuchando las arias de tiple con que le arrullaba femeninamente Farinelli.

Los derechos señoriales y feudales de nuestros abades son muy posteriores á la época por cuya zona discurrimos; al paso que los abades franceses, italianos y alemanes, ya entonces habian comenzado á adquirir aquella prodigiosa influencia, que despues desde el siglo X fué la causa principal de la decadencia de la disciplina monástica.

Sus ilusiones de artista, su entusiasmo por la emoción estética, su veneración por el genio, habían reaparecido de golpe. En su amor había mucho de agradecimiento para aquel hombre, gracias al cual resurgían de entre las ruinas y los pesimismos de la decadencia sus antiguos entusiasmos de cantante.

El fermento de decadencia y corrupción, antes que en el pueblo, apareció en la dinastía. En la dinastía casi desde el principio se advierte.

Si la antigüedad cuida de hacernos notar particularmente ilustres excepciones a la ley común del matrimonio, no quiere esto decir que esa ley no haya sufrido ningún eclipse a través de los siglos. Cuando, en el momento de la decadencia, fue necesario multiplicar las leyes en favor del matrimonio, es evidente que, esa multiplicación indicaba que el matrimonio caía en olvido.

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