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Actualizado: 19 de julio de 2025
Cuando Lope refiere dramáticamente sucesos de otros pueblos, ó los combina con sus particulares invenciones, no hace grandes esfuerzos para darles el colorido local ó el carácter particular de otros tiempos.
Los obreros se despojaron del sombrero respetuosamente. Uno de ellos, sonriendo avergonzado, balbució: Perdone usted, señor director.... Creímos que eran compañeros y queríamos darles un susto.... ¿No sabíais que bajábamos ahora nosotros? volvió a decir con irritación. Señor director, nosotros pensábamos que se detenían en el noveno, donde han hecho preparativos estos días....
Sé que moriré, mientras ignoro si seré o no dichosa en la vida que elija. Si me caso, preciso será, tarde o temprano, dejar a mi marido; si tengo hijos, también a ellos tendré que darles un eterno adiós... Multiplicar las afecciones es multiplicar las probabilidades de dolor... ¿Para qué buscar causas de sufrimiento?... ¡Ay!... ¿Qué responder a esto?
¡No! le interrumpió vivamente ella. ¡No! Si no voy a darles o a juntarles todas las flores del jardín... ¡Ni lo hemos podido pensar! contestó Ricardo sonriendo y en el mismo tono. A mí me basta con una sola flor, señorita, que usted me dé... la que usted prefiera... ¡Ah, señor! yo no tengo preferencias tratándose de flores; las quiero a todas igualmente.
Con este trato quedaron nuestras cosas, al parecer, en suma grandeza; porque los Catalanes se vieron señores de todas las Provincias de Asia, así por dárselas el Emperador en paga de sus servicios, como porque las ganaron con las armas, y libraron de la servidumbre de los Turcos: títulos que cualquiera de ellos era bastante á darles el derecho de señorío de todas ellas.
Procurad darles en el cuello, si queréis que nos veamos libres de sus tremendas mandíbulas. Los cocodrilos llegaban, en efecto; pero no eran dos o tres, sino una verdadera banda; treinta, cuarenta o quizá más. ¿Cómo se habían reunido allí tantos saurios, cuando los náufragos no habían visto ni uno siquiera durante el día? ¿Venían de alguna gran charca o de algún lago que hubiera cerca del río?
¿Y al gringo también? preguntó Piola con ironía . Vos encontrás fácilmente el remedio á todo. Se mostraba inquieto el cordillerano, como si su instinto le hiciese presentir la proximidad del peligro. Ya no creía que aquellos dos hombres hubiesen llegado solos. Otros indudablemente iban á venir, para darles ayuda.
La causa del rompimiento fué que cuando aquellos cinco Misioneros de quien poco antes hablé, llevaron consigo á la ciudad de la Asunción los más nobles de aquella nación, no fueron éstos recibidos de la ciudad con buena cara, temiendo que venían á reconocer la tierra y darles de improviso un asalto y saquearla; con todo eso, por respeto de los nuestros, los trató cortesmente el Gobernador, y acariciados con mil regalos y presentes se volvieron á sus tierras.
El otro día llegué, y me las encontré llorando, llorando a lágrima viva. ¿Qué pasa? pregunté. «Nada: ¡que Angelina se fué!...» Pero ya verás, muchacho, ¡como todo eso pasa! Lo que es ahora, cuando llegues... ya verás.... ¡Buen rato vas a darles! ¿Por qué, doctor? Ya vino Fernández... hablé con él, y me dijo que el quince de Abril te espera en la hacienda.
Mandó luego que lo llevasen á los dos hermanos al Castillo de la Ciudad de Aversa, y que encerrados en una obscura prision los dexasen sin darles de comer hasta morir. Fué Berenguer de Rocafort el mas bien afortunado, y valiente Capitan que hubo en muchas edades, y el mas digno de alabanza, si al paso de su prosperidad, no crecieran sus vicios.
Palabra del Dia
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