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Actualizado: 26 de mayo de 2025


Un indio moluche que estaba comiendo huevos de avestruz, y necesitaba sal para ello, la pidió en mi presencia con estas palabras: chasimota iloavinquin, dejáme comerlos con sal; iloavin es el primer futuro, y no , si quin es mas que una partícula de adorno, como en la palabra chasimota, en que las dos últimas letras ta son superfluas, y solo usadas por la euphonia ó razon del sonido: chasimo, sin adicion alguna, es el ablativo de chasi, sal.

-Ya te he dicho, Ricote -replicó Sancho-, que no quiero; conténtate que por no serás descubierto, y prosigue en buena hora tu camino, y déjame seguir el mío; que yo que lo bien ganado se pierde, y lo malo, ello y su dueño. -No quiero porfiar, Sancho -dijo Ricote-, pero dime: ¿hallástete en nuestro lugar, cuando se partió dél mi mujer, mi hija y mi cuñado?

¿Que no son bonitos, lucero? Anda, y eso delante de testigos y te llevarán á la cárcel. Déjame besarlos, salero, ya que sin razón les has faltado...

Retírate, Sancho, y déjame; y si aquí muriere, ya sabes nuestro antiguo concierto: acudirás a Dulcinea, y no te digo más. A éstas añadió otras razones, con que quitó las esperanzas de que no había de dejar de proseguir su desvariado intento.

Ella hace lo que él le dice, y después saca del bolsillo el fino pañuelo de batista que ha llevado al baile. No puede servir de mucho dice Juan, y con mano temblorosa coge su grueso pañuelo. Déjame secarte el pie.

Y como comprendía que usted habría sabido hacerla feliz, la soberbia, el amor, los celos, todas las pasiones, todos los instintos de mi raza, de mi naturaleza, se sublevaban amenazadores. ¡ me prometiste ayer la dije con acento amargo que no me dejarías, porque eres mi esposa, y ahora quieres matarte!... Ella no lo negó. Déjame morir fue su respuesta; eso será mejor para todos.

No, así no, así no; si quieres que te acompañe a tu casa... pero, solo no, aunque te enojes y me pegues. ¡A mi casa! exclamó el joven delirante, no puedo ir, no puedo, porque no, porque soy un miserable, ¿entiendes? porque he deshonrado a mi familia, ¿entiendes? porque debía estar ahora en la Penitenciaría, ¿entiendes? escúpeme, Agapo, escúpeme, pero, ¡déjame marchar!

Deseando ella cortar la entrevista, fingió ceder, y dirigiéndose hacia el sitio donde el coche la esperaba, echó a andar diciendo: Bueno..., ahora déjame..., procuraré que nos veamos, cuando pueda ser..., pero mismo te persuadirás de que no debemos..., sería indigno de nosotros...; por piedad, déjame marchar, que es tarde.

Déjame primero compartir tus trabajos y después tu triunfo. SIDARTA. No puede ser. Debo partir solo. GOPA. Mi corazón se deshace de dolor; pero me resigno devotamente. ¿Y cuándo, bien mío, ha de ser tu partida? SIDARTA. En el instante, ¡oh hermosa nieta de Iksvacú! Estamos en la mitad de la noche. Mira al claro cielo. ¿Ves aquella luz que brilla en Oriente?

Y él dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. 61 Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; mas déjame que me despida primero de los que están en mi casa. 62 Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano al arado mirare atrás, es hábil para el Reino de Dios.

Palabra del Dia

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