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Y vos, dichoso niño, que en siete años Que tuvistes de vida, no tuvistes Con vuestro padre inobediencia alguna; Corred con vuestro ejemplo mis engaños, Serenad mis paternos ojos tristes, Pues ya sois sol, donde pisáis la luna; De la primera cuna A la postrera cama No distes sola un hora De disgusto, y agora Parece que le dais...

Que cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar; mas vosotros ni aun con un dedo tocáis las cargas. 47 ¡Ay de vosotros! Que edificáis los sepulcros de los profetas, y los mataron vuestros padres. 48 De cierto dais testimonio que consentís en los hechos de vuestros padres; porque a la verdad ellos los mataron, mas vosotros edificáis sus sepulcros.

Con el agua de la redoma clara baña el hierro de la lanza, y luego hiere en la tabla, y debaxo ó sueltense cohetes, ó hagase el rumor con el barril de piedras. Ya parece, canalla, que á la clara Dais muestras de que os toma cruel desmayo. Qué rumores son estos, ea malvados, Que alfin venis, aunque venis forzados? Levantad esta piedra, fementidos, Y descubridme el cuerpo que aqui yace.

Mas ya que salga mejor Que yo pienso, esta hazaña, Qué ciudad hay en España Que quiera daros favor? Mi pobre ingenio os advierte Que si haceis esta salida, Al enemigo dais vida, Y á toda Numancia muerte. De vuestro acuerdo gentil Los Romanos burlarán; Porque, decidme, qué harán Tres mil contra ochenta mil?

Con esto me ha escrito el Duque, 2215 Por el mismo parentesco, Alcance el perdón del Rey; Lo que hoy, Señora, se ha hecho. Mándame también buscalla, Si entre tantos extranjeros 2220 Alguna nueva se hallase, Siendo esta corte su centro. Mirad si estoy disculpado; Y porque me voy con esto, Vendré, Señora, á la noche, 2225 Si me dais licencia, á veros. DO

Yo os conozco, ¡vive Dios! dijo el de la capilla poniéndose de pie y dejando caer el embozo. ¡Mi buen Juan! exclamó con alegría Quevedo. ¡Mi buen Quevedo! exclamó con no menos alegría Juan Montiño, que él era. -Diez años me dais de vida; ¡apretad! ¡apretad recio! ¡Que me place! ¡siempre el mismo! No tal; contempladme espectro. ¡Vos espectro! Quedé pobre. ¡Pobre vos!

Conciencia á vos y á paciencia para tanto robo; ¿qué falta de más de eso? Un real. Tomadle. Dios guarde á vuestra merced muchos años. De pícaros como vos. ¿Pero qué es eso? dijo el cocinero mayor viendo que el bufón se ponía de pie. Que nos vamos. ¿Y no me dais los consejos que os he pedido?

Concluyamos, caballero, concluyamos dijo la duquesa ; os habéis burlado de ... ya no tiene remedio; yo no me vengaré, yo no os maldeciré... pero Dios os castigará. Ya os he dicho que estoy harto castigado. ¿Pero no os dais á conocer? Os juro que no me quejaré, que me resignaré... pero vuestro nombre... No puedo... no debo... no lo diré...

¡Cómo! dijo Quevedo ; ¿vuecencia sirviéndome de paje? Honroso es servir al ingenio, á la grandeza y al valor. Muy cristiano andáis. ¡Cristiano! , por cierto; dais favores por agravios. No hablemos de eso; no sois vos quien me agraviáis, sino la fortuna que se me os roba. Ahí os queda don Rodrigo Calderón. Calló el duque, y bajando unas escaleras, llegó á un postigo y puso la mano en un cerrojo.

Dulces señores nuestros, si en los males Hasta aqui de Numancia padecidos, Que son menores los que son mortales, Y en los bienes tambien que ya son idos, Siempre mostramos ser mugeres vuestras, Y vosotros tambien nuestros maridos, Porqué en las ocasiones tan siniestras Que el cielo airado agora nos ofrece, Nos dais de aquel amor tan cortas muestras?