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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Su casa está tres puertas más abajo. El viejo echó dos pasos atrás y exclamó: ¡Verdad, amante!... Estoy metiendo la llave en casa de D. Justo el escribano... ¡Tendría gracia que fuera á sorprenderle en el cuarto de la criada!... ¡Ji, ji!... Toda la culpa ha tenido ese perdío de Velázquez... ¡Qué mona llevaba! ¡Superior! ¡pero superior!... Escucha, Ramón... no digas á nadie que me he equivocado, porque se van á creer que estaba borracho... ¡Ji, ji!... ¡Borracho el señor Rafael!... ¡Tendría que ver!... Adiós, Ramón... buenas noches... Chito ¿eh?... Buenas noches... Hasta mañana, si Dios quiere...
Al llegar a este punto, dio principio el cuarto acto de Los Hugonotes, y el notario interrumpió su relato. Nos vimos obligados a esperar hasta el entreacto siguiente, a que el narrador continuara su historia.
Rigurosamente encorbatado de blanco, con un frac de Poole y un par de pumps de Thomas, don Benito penetraba una noche en mi cuarto, elegante y joven como un muchacho de veinticinco años.
Entre las numerosas imágenes que adornaban su cuarto, la viejecita reverenciaba muy en particular un san Antonio de talla, recuerdo de mi tía y muy milagroso, según fama, pues no había objeto perdido que no pareciese en cuanto le encendían una candela. El santo, obra de un artista ingenuo, habitaba en una urna de hojalata con portezuela de vidrio.
Sentáronse luego, anduvo la cosa de buena manera, y queriendo jugar antes el dinero que el tiempo, en poco rato perdió Lope seis escudos que tenia, y viéndose sin blanca, dijo que si le querían jugar el asno, que él le jugaría. Acetáronle el envite, y hizo de resto un cuarto del asno, diciendo que por cuartos quería jugarle.
A veces se mete en mi cuarto cuando estoy durmiendo, para comunicarme una de las innumerables martingalas que acaba de descubrir, y tengo que amenazarle con una zapatilla. Guarda en su habitación, entre los cuadernos de música, rimeros de hojas verdes que contienen día por día todo un año de juego en las diversas mesas del Casino... Está loco.
Misia Casilda y don Pablo acudieron en su defensa... Toma, toma, para que aprendas y veas dónde pones las patas otra vez. ¡Quilito! dijo severamente la tía. Don Pablo consiguió quitársela de entre las manos, y el joven vociferó que se iba a su cuarto, a encerrarse, y que no quería ver a nadie, pues odiaba al mundo entero.
14 Y los hijos de Moisés, varón de Dios, fueron contados en la tribu de Leví. Y Eliezer no tuvo otros hijos; mas los hijos de Rehabías fueron muchos. 18 Hijo de Izhar fue Selomit el primero. 19 Los hijos de Hebrón: Jerías el primero, Amarías el segundo, Jahaziel el tercero, y Jecamán el cuarto. 20 Los hijos de Uziel: Micaía el primero, e Isías el segundo. 21 Los hijos de Merari: Mahli y Musi.
Para lucirlo, para que lo vean las amigas y rabien un poco... ¿no es verdad? Pues ella no podía darse tal placer. Andresito no tenía un cuarto y no era socio de los círculos donde iba ella.
En aquel mismo cuarto, estando en éxtasis el hermano Garrido, se le había presentado la Virgen anunciándole con veintidós meses de anticipación, el asalto de los conventos y la degollación de los frailes, en los primeros años del reinado de Isabel II. Entonces dijo Aresti los padres de la Compañía, avisados con tiempo no serían víctimas de las turbas.
Palabra del Dia
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