Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 27 de junio de 2025
Hoy no he rezado nada decía la devota á Clara al día siguiente de la entrada de Lázaro en casa de las Porreñas. Estaban sentadas las dos en el sitio de costumbre. Doña Paulita tenía en la mano nada menos que á San Juan Crisóstomo. Clara bordaba en un pequeño telar. Su cara expresaba la más calmosa y profunda melancolía. En cambio la otra parecía muy inquieta, contra su costumbre.
En esto se presenta D. Primitivo, y entonces el señor conde se bajó del carruaje y le dió un abrazo muy apretado y empezó á hablar con él que no cerraba boca. Después llega D. Juan Crisóstomo, y un poco más tarde el juez. Me dijo la señora Rafaela que el señor conde estuvo mucho menos cariñoso con el juez que con D. Primitivo.
La verdad es que don Fermín es muy buen mozo, y, si las beatas se enamoran de él viéndole gallardo, pulcro, elegante y hablando como un Crisóstomo en el púlpito, él no tiene la culpa ni la cosa es contraria a las sabias leyes naturales. El Magistral sabía todo lo que Ripamilán pensaba de él y le consideraba el más fiel de sus parciales. Por eso le esperaba.
Como el Cid, que ganó batallas después de muerto, San Juan Crisóstomo, San Agustín y Santo Tomás, han triunfado por muchos siglos en todas las controversias. En derecho, en medicina, en ciencias naturales, "lo que pensaron los sabios antiguos" hacía ley para los sabios modernos.
Es mi parecer que los novicios no presencien el juicio, observó el hermano Maestro. En la acusación figura una mujer y temo que pérfidas imágenes empañen la pureza de sus pensamientos.... ¡Mujer, mujer! murmuró el abad. Radix malorum, que dijo el venerable Crisóstomo, definición exacta y aplicable desde Eva hasta nuestros días. ¿Quién denunciará al pecador? El hermano Ambrosio.
Si alguno de los presentes, fuera de aquel salón venerable, se atrevía a calumniar a aquel santo, no se sabía, no se quería saber, pero en casa del gran Constantino nadie osaría poner en tela de juicio la santidad del Crisóstomo vetustense. Por poco tiempo consiguieron verse solos Ana y don Fermín. Fue en el gabinete de doña Petronila.
A veces meditaba en ello interrumpiendo la lectura de Fray Luis de Granada y de los seis libros de San Juan Crisóstomo sobre el sacerdocio; pero al poco rato, descorazonado por tanta mezquina contrariedad, desesperando de ser útil jamás a la casa de Ulloa, se enfrascaba nuevamente en sus páginas místicas.
Como véis, gústame leer a los escritores santos, o a los santos escritores. Y entre éstos el que más me place y divierte es San Juan Crisóstomo, un detractor furibundo del sexo femenino, que llama a la mujer «un mal necesario», «una tentación de la Naturaleza», «una fascinación mortal» y otras cosas por el estilo.
Peor resultado dió todavía el bastón de estoque que D. Juan Crisóstomo tuvo á bien comprar. El furor del Canelo, cuando se hizo cargo de que el licenciado había adquirido un nuevo bastón, no tuvo límites. Era una ofensa que sólo podía lavarse con sangre. Fué menester que Pedro le machacase á golpes y después le atase para conseguir apaciguarlo.
Todo el mundo, por ejemplo, censuraba la conducta inconveniente y grosera que seguía con el licenciado Velasco de la Cueva, al cual sin motivo alguno ladraba, gruñía y hasta pretendía morder. El pobre D. Juan Crisóstomo no acertaba á explicarse el por qué de esta aversión, y se le erizaba el cabello cada vez que necesitaba ir á la Segada.
Palabra del Dia
Otros Mirando