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Actualizado: 24 de septiembre de 2025
561 He presenciado martirios, he visto muchas crueldades, crímenes y atrocidades que el cristiano no imagina, pues ni el indio ni la china sabe lo que son piedades. 562 Quise curiosiar los llantos que llegaban hasta mí; al punto me dirigí al lugar de ande venían: ¡Me horroriza todavía el cuadro que descubrí!
Es en esa gran tumba de piedra donde han terminado su carrera de prosperidades, de glorias ó de crímenes muchos príncipes, gobernantes y poderosos.
Cuanto era mío, mañana será vuestro, y el cuerpo que será de los gusanos, tendrá más noble destino... No lloréis vosotros, criados y hermanos míos, que estas puertas las hallaréis siempre francas, y, aunque fría, siempre sentiréis mi mano tendida hacia vosotros. ¡No dejo otra manda para que mis crímenes me sean perdonados, y he de alzarme de la sepultura si no fuese cumplida!
Asimismo el dicho Luís Sánchez, suele cometer delitos crímenes, especialmente el susodicho estuvo preso en la cárcel real de esta ciudad por mandado del alcalde Bonifacio, por haber vendido mucha cantidad de trigo, y fué sentenciado á graves penas é destierro, que pasó la causa ante Juan de Castro, escribano.
Si esas piedras pudiesen decir lo que han visto; si esta tierra pudiese hablar, ¡cuántos crímenes, cuántas agonías, cuantas lágrimas, cuántos gemidos, cuántos arcanos y cuántos y cuán graves remordimientos vendrian á caer sobre la conciencia de Paris!
De lo contrario, surgen los delitos, y los más de los crímenes; de cada mil robos uno se hará por necesidad, los demás, ¡por ambiciones incontenibles! ¡Qué buena marcha llevamos!
La trajo, no sé para qué, el tío Manolillo; he reñido con él, le he tendido; pero no sé si habrá alcanzado algún golpe á doña Clara. ¡Oh, qué de crímenes, qué de desgracias! exclamó el padre Aliaga . Pero socorrámosla; ¿dónde está?
Pues de ochenta y ocho personas que salieron en todas, ya en persona, ya en estátua, en los cuatro Autos, las cincuenta fueron mujeres y si quitamos las cuatro que salieron por otros crímenes de los ochenta y cuatro que quedan, mujeres fueron las cuarenta y seis y solo treinta y ocho los hombres.
La sociedad fingía no saberlo, porque no caían de repente en medio de las calles como perros abandonados; pero morían en los hospitales, en sus tugurios, víctimas en apariencia de diversas enfermedades; pero en el fondo, ¡hambre! ¡todo hambre!... ¡Y pensar que en el mundo había reservas de vida para todos! ¡Maldita organización que tales crímenes consentía!...
¡Ese hombre lo sabe todo! Ese hombre trabaja por su cuenta, es astuto, tenaz, y sabe aprovecharse de las debilidades, de los vicios, y aun de los crímenes de las personas que necesita. ¿Pero cómo sabe el bufón del rey?... ¿Que doña Ana os esperaba creyendo esperar al rey? Se lo ha dicho el cocinero de su majestad. Es necesario cerrar las bocas de esos dos hombres.
Palabra del Dia
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