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De modo que hallo, que los cuatro últimos gobernadores se creyeron poseedores por S. M. de las tierras de los Mbayás de esta banda, como se echa de ver de los actos posesorios referidos; y por consiguiente, conforme al artículo 16 del tratado y á la carta instructiva de 7 de Abril de 1782, no puedo menos de solicitar que la línea divisoria deje dichas tierras por nosotros, y así lo haré si V. E. no ordena otra cosa.

Sin contar la pelota, que todas los pueblos la juegan, y entre los indios era una pasión, como que creyeron que el buen jugador era hombre venido del ciclo, y que los dioses mexicanos, que eran diferentes de los dioses griegos, bajaban a decirle cómo debía tirar la pelota y recogerla. Lo de la pelota, que es muy curioso, será para otro día.

Por esto digo que yerran el camino los jóvenes que buscan la gloria allí donde creyeron encontrarla sus antepasados. La aparición del Vara de plata cortó el diálogo. Corría, pálido de emoción, jadeante, agitando su manojo de llaves. Va a venir Su Eminencia dijo apresuradamente . Ya está en el arco. Quiere pasar la tarde en el jardín. ¡Es un capricho...! Hoy dicen que está inaguantable.

Sobrevino la justicia; ocultose el suceso a mi madre, que fuera impío decirla recién parida que se había quedado viuda y con aquellas apariencias; el mundo no juzga más allá de lo que se ve en la superficie, y todos echaron a la peor parte lo que había acontecido, y díjose, porque así lo creyeron, que mi padre, enamorado de la hermosura de Lisarda, secretamente se había venido de Nápoles, y con Lisarda se veía en secreto, y que tal vez algún otro enamorado, celoso de Lisarda, las dos muertes había hecho.

El cuchillo cayó de sus manos; sus ojos giraron en sus órbitas y sus dedos quedaron rígidos; poco a poco se fueron aflojando, sus brazos cayeron a lo largo del cuerpo, sus piernas se debilitaron, y cayó estrangulado. Sus compañeros creyeron que se trataba de un fardo. ¡De rodillas, hijos míos! dijo el fraile a los contrabandistas.

Llegó un tunante a la ciudad de Zaragoza, diciendo que sabía raros secretos de medicina. Entre otras cosas dijo que podía remozar las viejas. Muchas viejas del pueblo creyeron sus palabras. Llegaron pues un gran número de ellas a pedirle este 5 precioso beneficio.

Don Antolín y otros sacerdotes creyeron que el joven se había trasladado a Madrid por ambición, para engrosar el número de clérigos solicitantes. Gabriel era el único que conocía el verdadero destino de don Martín.

Pero, claro, con los años se ha ido haciendo un poco tumbón... ¡Pero como inteligente!... lo que es como inteligente, ni Cayetano ni San Cayetano le ponen el pie delante. Terminada la disputa, comenzó a hablarse de los toreros en boga. Los pollastres aficionados, y Enrique también, creyeron halagar al Cigarrero rebajando el mérito de ellos.

Se ha de notar que todavía estaba dividida la Persia en dos facciones, la del carnero negro y la del blanco. Creyéron que hacia yo burla de ámbos partidos, y me encontré en un terrible compromiso á la puerta misma de la ciudad, del qual salí pagando una buena cantidad de zequíes, por no tener que ver con carneros.

Todos creyeron que algún alto personaje, deseoso de guardar el incógnito, había tomado el tren en aquella insignificante estación; cuando en realidad no era otro que Rodolfo Raséndil, caballero inglés, segundón de buena casa; pero, en fin, hombre de no gran fortuna, posición ni rango.