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Actualizado: 2 de junio de 2025
Y siguieron cementando en voz baja el suceso, y parecían estar todos de acuerdo en las opiniones más extravagantes y contradictorias. ¡Ya me extrañaba que no soltases alguna coz! ¿Para qué quieres que se registren las casas de los vecinos? Te figuras que te vas a encontrar allí muy apiladito el dinero de don Laureano. Si no se halla el dinero, se hallará algún indicio...
Y, en la mitad deste caos, máquina y laberinto de cosas, se le representó en la memoria de don Quijote que se veía metido de hoz y de coz en la discordia del campo de Agramante; y así dijo, con voz que atronaba la venta: ¡Ténganse todos; todos envainen; todos se sosieguen; óiganme todos, si todos quieren quedar con vida!
Con este propósito de la coz, hacía de tripas corazón; sin eso, no hubiera podido mantenerse en pie... Al fin pudo conseguirse bajarla de allá arriba, pero no costó poco que digamos. Fue necesario descolgarla en unas angarillas, con cuerdas y un gato.
Eso es otra cosa dijo, abandonando el pesado envoltorio, satisfecho de caer sobre un tema agradable; cuando entro en esta casa, no te me ofendas ¡eh!, el corazón, porque yo también tengo corazón, aunque no lo parezca, se me empaca, como quien dice, las piernas me flojean... ¡si no fuera por el maldito estómago! pero allá, entro tan alegremente, seguro de no ser despedido con una coz.
Ya lo sé dijo Rafael ; ya sé que ha escrito una oda contra el trono bajo el seudónimo de la Tiranía. ¡Pobre tiranía! dijo el general ; de árbol caído todos hacen leña: ¡ya recibió la coz del asno!
Entonces los nervios de Andrés no pudieron sufrir más. Soltose bruscamente de la rueda, y murmurando algunas palabras coléricas, se alejó del corro. Celesto le siguió inmediatamente, muy apurado. ¿No se lo decía yo a usted, D. Andrés? le dijo cuando le hubo alcanzado. ¿Por qué no ha querido usted hacer caso de mí? ¡Al fin le ha dado la coz!
En vez de una niña alegre y agradecida al inmenso favor que la hacía, se encontró frente a frente de una fierecilla, un ser antipático sin afecto ni sumisión, extravagante y caprichosa hasta un grado sorprendente, cuya risa no brotaba ruidosa sino cuando algún criado se caía o el lacayo recibía una coz de los caballos. Pero no se desanimó.
Solo se le contradijo lo del sonar con ellos, mandándole que los entregase a la vieja, para honrar la comunidad haciendo de ellos unos cuellos y unos remates de mangas que se viesen y representasen camisas, que el sonarse estaba vedado en la orden, si no era en el aire, u de saetilla a coz de dedo.
Junto a mi molino y quince leguas en redondo, cuando se habla de un hombre rencoroso y vengativo, suele decirse: «¡No te fíes de ese hombre, porque es como la mula del Papa, que te guarda la coz siete años!» Durante mucho tiempo he estado investigando el origen de este proverbio, qué quería decir aquello de la mula pontificia y esa coz guardada siete años.
Otro periódico ministerial, El Puente de Alcolea, completaba estas noticias con el siguiente sueltecito, en que no asomaba ya la manaza, sino la pataza del excelentísimo Martínez, descargando una coz digna de la formidable pezuña del legítimo buey Apis: «Es completamente inexacto que el registro llevado a cabo por la policía en el palacio del señor marqués de Villamelón no produjese resultado alguno.
Palabra del Dia
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