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Actualizado: 10 de junio de 2025


Bajo el fulgor de las primeras estrellas los soldados se agrupaban como orfeonistas, formando con sus voces un coral solemne y dulce, de religiosa gravedad. Encima de los árboles flotaba una nube roja que la sombra hacía más intensa. Era el reflejo del pueblo, que aún llameaba. A lo lejos, otras hogueras de granjas y caseríos cortaban la noche con sus parpadeos sangrientos.

Alabardas que no cortaban, prisiones de Estado donde se ponía a refrescar el vino. Jamás hambre, nunca guerra. He aquí cómo gobernaban a su pueblo los Papas del Condado. ¡Tal es la causa de que los eche tanto de menos el pueblo!

En el centro de los haces se hincaban candelicas de blanca cera, y había de otras candelas largas y amarillas, compradas por varas y que se cortaban en trozos para hacer cuantas luces se quisiese; siendo el origen de traer estas candelas la creencia de que los niños muertos antes del bautismo y sepultados en las tinieblas del limbo sólo el día de la Candelaria ven un rayo de claridad, la de la luz que encienden, pensando en ellos, sus madres.

Majestad, se hace tarde insinuó suavemente . El sol se ocultará dentro de poco, y las noches son ahora frescas. Sería imprudente, á los años de Su Majestad, prolongar esta visita. Miguel parecía inquieto. Había una expresión de tristeza en los ojos de este guerrero rubio, y algunas canas brillantes como la plata cortaban el esplendor de su cabellera de oro. Pensaba en Lucifer.

Gabriel, en sus rondas de vigilancia, sentía batir sobre su cabeza pesadas alas. Al grito de los murciélagos se unían chillidos lúgubres de pájaros que, asustados, cortaban el aire, chocando con las pilastras. Eran las lechuzas, que bajaban atraídas por el aceite de las lámparas, estremeciendo a éstas con el roce de sus plumas.

A la sazón, sus orejas parecían de cera, sus labios apenas cortaban, con una línea de rosa apagado, la amarillez de la barbilla, sus venas azuladas se señalaban bajo la piel, y sus encías, blanquecinas y flácidas, daban color de marfil antiguo a los ralos dientes.

Las ocho puertas estaban en los otros muros que cortaban en ocho piezas la longitud del pasadizo: Ambrosio de Morales, que lo reconoció y describió detenidamente, dice hablando de la estraña combinacion de estas puertas: «las cuatro primeras de hácia el alcázar se cierran hácia él, y el portero, á lo que parece, venia delante de todo el acompañamiento del rey, abriéndolas y echándolas hácia el oriente.

Y en una de estas entrevistas, donde las palabras se interrumpían con repentinos impulsos de pasión y las frases se cortaban con un salto de bestia en celo, ahogándose entre las bocas juntas y los pechos oprimidos por el abrazo, fue cuando Leonora manifestó su capricho. Me ahogo aquí dentro.

Luego cortaban éstas é inclinaban el árbol, haciéndole caer en una carreta de bueyes, que emprendía lentamente su marcha á lo largo de la ribera, necesitando toda una jornada para llevar su carga hasta la Presa. Un trabajo largo y difícil siguió diciendo Moreno . Ayer estuve allá para verlo todo por mis ojos, y crea usted que la gente gana bien su plata.

Al tiempo de llegar Pepe, se marchaban dos señoras con una niña: era la última educanda que salía. Allí permaneció solo unos minutos, nervioso, contrariado, sin poder estarse quieto y mirando hacia las ventanas, donde los barrotes de hierro cortaban con cruces negras la claridad del espacio, en que la luz iba faltando.

Palabra del Dia

rigoleto

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