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Actualizado: 10 de junio de 2025


Era que la masa, por instinto, adivinaba en ellos la barrera opuesta á toda tentativa de avance. Estancando la vida del país, cortaban el paso á los de abajo.

Pero ¿cómo empezar, si cortaban toda clase de relaciones entre Gloria y yo y se la llevaban a otro sitio, a un convento quizá? Pues la seguiría adondequiera que fuese y armaría un tejido tal de invenciones, que concluyesen por marearlos y hacerles ceder. Ceder, ¡ay!

A éstos no les llamo yo críticos, sino verdugos de los que en tiempos de triste recordacion atenaceaban el cuerpo, sacaban los ojos y cortaban las orejas á los delincuentes... todo con el objeto de decidirlos á la enmienda.

Señaló con gesto negativo el desfiladero en el cual iba yo á entrar y juntó las manos para indicarme que cortaban el paso peñascos verticales. «¡Allí, allí!», dijo, designando un sendero mejor trazado que se encarama dando vueltas en una pendiente y llega á una meseta para rodear el infranqueable desfiladero del fondo.

Las fortalezas y castillos se derrumbaban y arrasaban por docenas; los malhechores, bandidos y tiranos soberbios, que habían infestado y devastado el país, eran ajusticiados á miles. Para apaciguar el reino dice el doctor Villalobos se hacían muchas carnicerías de hombres y se cortaban pies y manos y espaldas y cabezas.

El estertor crecía, sonaba más estridente y más lúgubre por momentos. Los sollozos de Clementina y Marcela cortaban por intervalos las notas de aquel ronquido fatal. El duque, trémulo, alterado, se dejó al fin arrastrar de la habitación. D.ª Carmen no volvió a hablar. Tenía los ojos cerrados, la boca entreabierta, el cuerpo tranquilo.

En torno de ella percibíanse grandes jirones de espuma que crecían y menguaban alternativamente ciñéndola de un blanco cinturón de encaje. El viento soplaba recio, pero franco y benigno, porque tenía espacio donde extenderse. Las tres falúas con las velas desplegadas cortaban el agua una en pos de otra como otras tantas gaviotas que se persiguieran.

Antaño los villaverdinos tenían en el extranjero que llegaba a su pintoresca ciudad motivo de burla y diversión. Principiaban por reirse del color de sus vestidos y de su manera de llevar el cabello. Cuchicheaban de él en sus bigotes, le cortaban un sayo, y luego acababan por imitar lo que censuraban, y de la peor manera.

Mujeres célebres acababan bailando desnudas sobre la mesa á las primeras luces del alba, para no desairar al anfitrión. A veces se cortaban estas fiestas con una disputa de borrachos, mezclándose el vino y la sangre. El coronel había visto al final de una de estas escenas un duelo á pistola entre dos convidados, en el jardín del palacio, cuando empezaba á amanecer. Un muerto.

Los que llegaron primero a los depósitos de trépang, al pisar con los pies desnudos sobre los vidrios, se echaron atrás, dando alaridos. Algunos, que cayeron entre los pedazos de botellas, que les cortaban las carnes, se retorcían desesperadamente, regando el terreno de sangre.

Palabra del Dia

vorsado

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