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Actualizado: 24 de junio de 2025


Venía de Londres, donde, aun en las más grandes aglomeraciones de pueblo, se nota ese aire acompasado, frío, metódico, del carácter inglés; la tumultuosa espontaneidad de los caraqueños contrastaban curiosamente con ese recuerdo, pintando la raza de una manera enérgica, así como la varonil arrogancia de los muchachos corriendo con sus diminutas ruanas el novillo de postre.

Grita el rapaz y amenaza el padre, y entre los gritos y las amenazas, óyese la voz de la tía Simona, desde el portal: ¡Ah, malañu pa vusotros nunca ni !... ¡Que siempre vos he de alcontrar asina! ¡Ay, madruca de mi alma! exclama el muchacho corriendo á agarrarse del refajo de la buena mujer. ¿Por qué lloras, hijo? ¿Quién te ha pegao? ¡Mujuééé.... Me pegó ... jun ... ú ... ú ... padreeéé!!

Salieron corriendo su mujer, enferma, y las cuatro hijas, gritando como locas, y se abrazaron á él, intentando arrancarle la escopeta, tirando del cañón con ambas manos.

Además, yo tenía el privilegio de la salamandra, de hacer retoñar los muñones para recuperar los órganos perdidos. La gente seguía riendo, corriendo, gesticulando... Vi algunos amigos que me reconocieron y me saludaron con gestos extravagantes, quién sacándome la lengua, quién escupiéndome una ranita verde en la cara.

Carolina, sin embargo, no se fijó en estos cumplidos, sino que sofocó más aún al caballero coronel corriendo a toda prisa hacia Lady Clara, buscando protección en los pliegues de su vestido.

Choto regresó corriendo como para cerciorarse de que era seguido, y después volvió a alejarse. Como a cien metros de Aldeacorba Golfín creyó sentir una voz humana, que dijo: ¿Qué quieres, Choto? Al punto sospechó que era la Nela quien hablaba.

Mucha gente acudió corriendo al teatro del suceso. Cecilia y Gonzalo, que vieron el movimiento, quisieron enterarse. Un amigo, conocedor de la verdad, les dijo que se trataba de una reyerta entre aldeanos, y procuró llevarlos más lejos todavía. Mientras tanto, el médico de un concejo inmediato, que allí estaba, fué avisado para que viniese a curar al herido.

A poco mas de las dos de la tarde se presenta la confluencia del rio Itonama, bajo cuyo nombre continua corriendo el Machupo hasta reunirse con Guaporé ó Iténes. Entónces se descubre hácia el norte, por encima de los árboles, la prolongacion occidental de la Sierra del Diamantino.

¡Ah! ¡digna madre de tal hija! dijo el joven no menos conmovido. ¿No es verdad, don Juan, que yo debo de estar orgullosa de mi madre? Como debéis estarlo de vos misma. No hablemos de dijo doña Clara corriendo de nuevo el velo . Yo os he dado á conocer á mi madre de la única manera que me ha sido posible. Volvámonos á donde estábamos.

Vista ésta, os podéis venir aquí, que con lo que vos sabéis de latín y retórica, seréis singular en el arte de verdugo. Respondedme luego, y entre tanto, Dios os guarde». Fuime corriendo a don Diego, que estaba leyendo la carta de su padre, en que le mandaba que se fuese y que no me llevase en su compañía, movido de las travesuras mías que había oído decir.

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