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Actualizado: 2 de julio de 2025
La chiquillería asomábase con ávidos ojos, y corría después a dar cuenta a sus madres de este banquete de reyes: Mi dai: en casa del Mochuelo toman callardó. Dicen que han hecho un buen chambo. Y las madres suspiraban con envidia. ¡Qué suerte la de algunas gentes! En otras casas sonaban gritos desesperados, estrépito de lucha, golpes en las paredes.
Césped finísimo cubría el suelo; el río cercano corría con mansa corriente, ni tan rápida que arrastrara y revolviera la tierra de las verdes márgenes, ni tan pausada que se enturbiaran sus aguas: fácil era contar todas las piedrecillas del fondo; mas no la muchedumbre de peces que divagaban por su transparente cristal.
Satisfecho de la diligencia y fortuna con que dejaba orillado este negocio, Bonis se detuvo, al salir del lugar, en un recodo del camino solitario, junto a un puente de madera que atravesaba el Raíces, riachuelo poético, sinuoso, que a la sombra de árboles infinitos corría al próximo Océano, sin gran prisa, seguro de llegar antes de la noche; y eso que el sol ya se había escondido tras de las olas que bramaban a lo lejos.
Y al decir esto el bufón saltó, se aferró al sargento mayor y le dió una puñalada en el pecho. Don Juan de Guzmán dió un grito, vaciló y cayó. Luego el bufón vió que doña Ana corría á una puerta, y la asió de una mano. Doña Ana cayó de rodillas creyendo llegada su última hora.
Aquì estuvo el armada reposando Tres dias no cabales, que corria Buen viento, que nos iba convidando A tener regocijo y alegría. Del puerto, pues,
Era ya entrada la primavera: su hálito fragante corría por el valle de Laviana tiñéndolo de todos los verdes imaginables, desde el más claro hasta el más oscuro. Caían las flores de los árboles y caían sin tristeza, porque en su puesto dejaban pequeños botones que muy pronto se trocarían en sazonados frutos. Los pájaros principiaban su certamen de amor modulando canciones en el bosque.
Así iba yo en mi cab al salir del club de Picadilly... sólo que mi cab corría como una exhalación y estos carruajes andan poco y parece que se deshacen sobre los adoquines. ¡Y cómo se me refrescan las memorias...! Parece que estoy mirando a aquella prójima que se me apareció una noche en Haymarket, al salir de aquel Bar... ¡No me ha ocurrido otra...! ¡Y cómo se parecía a esta tonta de Aurora Fenelón!
Toda la basura del mar, que semanas antes corría indiferentemente junto á los costados del buque, provocaba ahora gritos de atención y hacía extenderse muchos brazos para señalarla.
Hace un rato ha bajado con las amigas al Caño Dorado... Allá está: desde aquí puede verla. Y mostraba a Isidro un grupo de vivos colorines que corría entre la arboleda del cerro de los Pinos. El joven descendió la cuesta. Más allá de las últimas casas de los traperos, contrastando con la sórdida miseria del barrio, comenzaba el bosquecillo del Caño Dorado.
Los momentos más solemnes y poéticos de la antigua historia nacional, é increible número de tradiciones é historias, vivían en los romances, en la memoria y en los labios de todos; la corriente de aquella lozana poesía heróica corría tan perenne, que de ella han salido en estos últimos días algunos cantos, semejantes á su matriz por el fondo y por la forma.
Palabra del Dia
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