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D. Cornelio de Saavedra. Por el Sr. D. Francisco Antonio de Letamendi: Que en todo se conforma con el voto del Sr. Dr. D. Juan Nepomuceno de Sola. Por el Sr. D. Domingo Lopez: Que reproduce el voto del Sr. Dr. D. Juan Nepomuceno de Sola. Por el Sr. D. Angel Sanchez Picado, se dijo: Que reproduce en todas sus partes lo espuesto por el Sr. D. Francisco de la Peña Fernandez. Por el Sr.

Real Fortaleza de Buenos Aires, á 26 de Mayo de 1810. Cornelio de Saavedra Dr. Juan José Castelli Manuel Belgrano Miguel de Azcuénaga Dr. Manuel Alberti Domingo Mateu Juan Larrea Dr. Juan José Passo, Secretario Dr. Mariano Moreno, Secretario.

¡Ah! ¿Os rebeláis? exclamó el Capitán . ¡Van-Horn, Cornelio, Hans, desembarcad las lantacas, y si estos hombres intentan alejarse, haced fuego contra las chalupas! El Piloto y los dos hermanos no se hicieron repetir la orden. Se agarraron a los bordes de las chalupas y con dos vigorosos empujones las embarrancaron en la playa, sacando a tierra las dos lantacas.

¿Las calderas? exclamó Cornelio . ¿Qué intentas hacer? Son necesarias para la preparación del trépang. ¿Y los salvajes? preguntó Hans . ¿Nos dejarán tranquilos? ¿No has oído hace poco un grito? Supongo que no se atreverán a acercarse. Al menos así lo espero por ahora. Saben que los hombres blancos poseen armas de fuego, y les tienen miedo. ¡Eh, Van-Horn! Haz que boten al agua la segunda chalupa.

El capitán y Hans echaban agua en el cedazo para hacer pasar la fécula, y Cornelio y el chino la amasaban en panes de a cuatro libras, que secaban después al sol. Habrían podido también reducir la harina a grano, pero hubieran necesitado un recipiente de hierro, y no lo tenían.

Recuerdo yo, no haber leído, sino haber oído contar, en el aula del Seminario donde estudié Filosofía, sin averiguar más tarde en qué autoridad, documentos o testimonios se apoyaba la historia, que el doctísimo Cornelio a Lápide fue en su niñez una criatura casi tonta o insignificante por lo menos, pero que paseando un día por los alrededores de su lugar, tuvo la desgracia o la fortuna de encontrarse en medio de dos partidas o bandos de muchachos, que estaban apedreándose, y de recibir en la cabeza una tremenda pedrada.

No respondían invariablemente Hans y Cornelio; pero su voz era poco segura. La chalupa, entre tanto, avanzaba con extraordinaria rapidez. Llevada por el viento y las olas, iba acercándose a la costa australiana, que ya no debía de estar muy lejos.

respondió el Capitán, que en aquel momento tenía puesta toda su atención en el agua de la bahía . Aquí hay una verdadera fortuna para nosotros y para el armador del junco. ¿Abunda aquí el trépang? preguntó el mayor de los dos muchachos. , Cornelio: haremos una pesca abundantísima en pocas semanas. Estoy impaciente por ver cómo se hace esa pesca.

Cabildo, y no queria existiese la Junta nombrada, sino que se procediese á constituir otra, eligiendo para Presidente Vocal, y Comandante General de Armas, al Sr. D. Cornelio de Saavedra; para Vocales, á los Señores, Dr. D. Juan José Castelli, Licenciado D. Manuel Belgrano, D. Miguel de Azcuenaga, Dr.

Más que las rocas de pórfido, de granito o de cuarzo. ¡Es un fenómeno maravilloso, increíble, Cornelio! Estos seres, infinitamente pequeños, débiles, gelatinosos, levantan barreras que las tempestades no pueden destruír. Se apoderan de los átomos de carbonato de cal que hay en las aguas y los transforman en materiales de construcción, con los cuales forman rocas indestructibles.