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Actualizado: 18 de mayo de 2025
Se explica que en tierras donde la Naturaleza nos da hechos tales utensilios, no haga grandes progresos la industria del hombre. Y ahora, acostémonos; que mañana tenemos que ponernos en camino. Se habían ya guarecido en el cobertizo, cuando con gran sorpresa para todos ellos oyeron por el lado del bosque los ladridos de un perro. ¿Los papúes? preguntó Cornelio, poniéndose en pie de un salto.
La resolucion es de urgentisima expedicion; de modo que, sin perdida de instantes, será preciso que V. E. se junte en Cabildo y se expida como corresponde: en la inteligencia de considerarse con el poder devuelto. Dios guarde á V. E. muchos años. Buenos Aires, 24 de Mayo de 1810. Baltazar Hidalgo de Cisneros Cornelio de Saavedra Dr. Juan Nepomuceno Sola Dr.
17 Y estando Pedro dudando dentro de sí qué sería la visión que había visto, he aquí, los hombres que habían sido enviados por Cornelio, que, preguntando por la casa de Simón, llegaron a la puerta. 18 Y llamando, preguntaron si un Simón que tenía por sobrenombre Pedro, posaba allí.
D. Basilio Torrecillas se dijo: Que sus sentimientos son iguales á los de los Señores Doctores D. Juan Nepomuceno de Sola y D. Manuel Alberti. Por el Sr. D. Miguel Saenz, se dijo: Que reproduce en todo el voto del Sr. D. Cornelio Saavedra, con la adicion de que tenga voto decisivo el caballero Síndico Procurador general. Por el Sr. D. Manuel Belgrano, se dijo: Que reproduce el voto del Sr.
D. Cornelio Saavedra, y que el caballero Síndico Procurador general tenga voto decisivo. Por el Sr. Dr. D. Juan José Castelli, se dijo: Que se conforma con el voto del Sr. D. Cornelio Saavedra, con calidad de tener voto decisivo, durante el gobierno en el Exmo. Cabildo, el Sr. Síndico, y que la eleccion de los vocales de la corporacion se haga por el pueblo, junto en cabildo general sin demora.
No vacilan en arremeter con la ballena y con el pez-perro, y a veces se atreven con los barcos. Veíanse también muchas morenas, peces que en aquellas latitudes son de gran tamaño; medusas, extraños moluscos semejantes a bolsas vueltas hacia abajo y provistas de tentáculos. Algunas de esas medusas son enormes. Cornelio vió una que debía de pesar como cincuenta libras.
Lo privan de la concha, y lo dejan ir. Pero morirá en seguida, después de tan espantosa mutilación. No, Cornelio. Aun privado de la concha, que fué su cuna y que debía ser su sepulcro, el pobre anfibio vive. Va a esconderse en alguna hendidura y permanece en ella sin salir más que lo preciso, hasta que poco a poco le nace otra concha, que nunca es tan hermosa ni tan fina como la primera.
¿Qué pajarracos son ésos? preguntaron Hans y Cornelio, sorprendidos. Pteropus eduli respondió el Capitán riéndose , o diciéndolo más claro, murciélagos gigantes, que esperan que se haga de noche para echarse a volar. Son enormes observó Hans . ¿Y qué hacen en esa rara posición? Duermen, después de haberse comido todas las frutas del árbol; pues son muy glotones respondió Van-Stael.
Hay que intentar algo dijo el Capitán con resolución . Hans no puede soportar ya tantas privaciones. No me quejo, tío respondió el joven . Si tú resistes, yo resistiré también. No, pobre niño. Tú no tienes aún la resistencia de un hombre hecho. Esta noche iré a buscar agua. Te matarán, tío. Trataré de bajar sin que me vean. Yo te acompañaré dijo Cornelio.
¿Y si se prolonga el asedio? Confiamos en que se cansarán, señor Cornelio. Pero la sed comienza ya a mortificarnos, Horn. Resistiremos lo que se pueda. ¡Ah, si se dejaran ver! Ya saben ellos lo que hacen permaneciendo escondidos. Vamos a ver si los obligamos a salir de su escondite, viejo Horn. Estoy viendo moverse algo en aquel matorral. De seguro hay allí un centinela.
Palabra del Dia
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