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Actualizado: 27 de junio de 2025
Manteniendo su rumbo a Levante la armada de la Liga, dejando atrás la Fosa de San Juan, llegó el 26 de Setiembre a Corfú, de donde zarpó el 28. Aguardaba en el golfo de Lepanto la escuadra del turco.
Era una niña de dos años, parecida a su madre, y más hermosa por lo tanto que su hermano mayor, el difunto marqués. El doctor Le Bris era aún el médico y el mejor amigo de la casa. El viejo duque y el pequeño Gómez habían muerto en sus brazos, el uno en Corfú y el otro en Roma, a consecuencia de una tifoidea.
Del sopraestante daño temerosos, Todos á una la galera empujan, Con flacos y con brazos poderosos. Debaxo del bagel se somurmujan Las sirenas que dél no se apartaron, Y á si mismas en fuerzas sobrepujan. Y en un pequeño espacio la llevaron A vista de Corfú, y á mano diestra La isla inexpugnable se dexaron.
El hombre más ruidoso de toda la compañía era un viejo francés, establecido en Corfú desde el año 1814, el capitán Bretignières. Había abandonado el servicio a los veinticuatro años con una pensión de retiro y una pierna de madera. Aquel corpachón seco y huesudo saltaba alegremente, bebía de lo lindo, reía a carcajadas y se burlaba de la vejez.
Ya lo he pensado dijo . Prefiero quedarme aquí que ir a Turquía; mis compatriotas son mejor tratados en Corfú; además, he aprendido un poco el italiano y no aprendería el turco; y, por último, el jardín y la casa que usted ha alquilado, me convienen. ¿Pero cómo diablos quieres...? He encontrado el medio. En lugar de dar una puñalada a la señora condesa, se la doy a usted.
Al día siguiente, las dos mujeres, escoltadas por un mozo de cuerda, se hicieron conducir al sur de la isla. Allí, en las inmediaciones de la villa Dandolo, encontraron una linda casita para vender o alquilar, con su verja y todo. Era la misma que la señora de Villanera había elegido para el señor de La Tour de Embleuse, en el caso en que éste se decidiese a pasar el verano en Corfú.
La profanación de las cartas de Germana tuvo lugar algunos días después de su llegada a Corfú. Si la señora Chermidy hubiese podido ver con sus propios ojos a su inocente rival, es probable que su miedo se hubiese trocado en piedad. Las fatigas del viaje habían dejado a la pobre niña en un estado deplorable.
Hablando con sus correligionarios, se enteró de muchas cosas; supo que Corfú era un excelente país, una verdadera tierra de promisión en la que se vivía muy barato y en la que sería rico con 1.200 francos de renta. Se enteró también de que la justicia inglesa era severa, pero que con una buena lancha y dos remos se podía escapar a la persecución de la ley.
Hecho esto, se frotó las manos y se dijo riendo: Ya tengo al enemigo bloqueado, y si nunca llegara a declararse la guerra, les mataría de hambre sin piedad. El doctor Le Bris a la señora Chermidy. «Corfú, 20 abril 1853. »Apreciable señora: Yo no podía prever, el día que me despedí de usted, que nuestra correspondencia sería tan larga. Don Diego tampoco lo esperaba.
al señor Mateo Mantoux, en casa del señor conde de Villanera, Villa Dandolo, en Corfú «Sin fecha. »Tú no me conoces, y yo en cambio te conozco como si te hubiese inventado. Eres un antiguo pensionista del Gobierno en la escuela naval de Tolón; allí es donde te vi por primera vez. Más tarde te encontré en Corbeil; no era tu posición muy brillante y la policía tenía fijos los ojos en ti.
Palabra del Dia
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