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Actualizado: 15 de junio de 2025


Es mi deber... y me parece que será un deber muy dulce. ¿Y si él deja de amarte? No importa: seguiré amándole yo. Es mi deber. ¿Y si te engaña? ¡Ah! me moriré. Pero, a pesar de todo, no dejaré de amarle. Hemos perdido tres bazas gritó mi compañero. Estoy fallo a copas; lo indico claramente, y ni una sola vez lo ha tenido usted en cuenta. ¿Y qué importa?

Buscó en la cerca de espinos una brecha que conocía de la época en que rondaba la casa. La pasó, y sus pies se hundieron en la tierra fina y arenisca de las calles de naranjos. Sobre las copas de estos aparecía la casa blanquecina bajo la luna, brillando como plata las canales del tejado y los antepechos de las ventanas. Todas estaban cerradas: la casa dormía.

Señor, responde Abdallah, dicen las gentes que es bueno estar con niños cuando truena, y yo digo lo mismo: Bueno es estar con niños cuando retumba el trueno, de copas y convite el estrépito oyendo: que gira á la redonda el escanciano bello mientras nubes coronan los árboles del huerto. ¿Ves las ramas engadas del dulce y grato peso, que el viento las menea, que brillan en el suelo?

Vamos abajo antes que nos llamen. En efecto, cuando los dos primos llegaron al piso principal, la familia estaba ya en el comedor, que era una pieza espaciosa, amueblada también a la antigua. En el centro una gran mesa de roble tallado cubierta con el mantel y atestada de platos, copas, fruteras y dulceras; a juzgar por el número de cubiertos, había convidados.

Yo lo creía así, Consejero de picardías respondió con retintín, mirándole a la cara fijamente, y poniendo sobre la mesa al mismo tiempo un rey de copas. Pues creía usted muy mal replicó el anciano, siempre con los ojos sobre las cartas. También creía usted que ese rey de copas iba a pasar triunfante, y... vea usted, ¡lo fallo!

En ella hay jardines y paseos, cuyos árboles, nuevos aún, no consiguen dar sombra y frescura; pero ya crecerán, y allá iré, si Dios me da vida, a recordar debajo de sus copas los deliciosos días que pasé a su lado. La disposición de los paseos, la variedad de plantas que el señor Paco me mostraba con orgullosa satisfacción, no me la producía a extremada en verdad.

La maravillosa comida y las dos o tres copas de champagne, tenían, en parte la culpa de esta catástrofe. Juan no había notado nada. Olvidó la promesa hecha a su padrino ¿Y por qué la olvidó? Porque a madama Scott y miss Percival se les ocurrió poner los pies sobre los taburetes del jardín, colocados ante los grandes sillones de mimbre cubiertos de almohadones.

19 Y las copas, e incensarios, y bacines, y ollas, y candeleros, y escudillas, y tazas; lo que de oro de oro, y lo que de plata de plata, llevó el capitán de la guardia. 20 Dos columnas, un mar, y doce bueyes de bronce que estaban debajo de las basas, que hizo el rey Salomón en la Casa del SE

Siguieron los brindis, cada vez más acalorados y tempestuosos, de tal modo que nadie se entendía. Uno de los más celebrados fue el de Martita, quien por consejo de Ricardo, que estaba a su lado, había bebido tres copas de champagne y no sabía lo que le pasaba.

Encontré una cantidad de cartas de mi pobre madre, que le había escrito hacía años, cuando andaba navegando, pero nada más, salvo esto. Y sacó de su bolsillo una pequeña carta de juego, manchada y arrugada, un as de copas, sobre la cual había escritas ciertas mayúsculas cabalísticas, en tres columnas.

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